miércoles, 17 de febrero de 2016

La distancia entre la intimidad y la frontera

Me regalaron este libro de poesía.

Lo he considerado motivo suficiente para contar lo que ha sido su lectura.

 
        Comencé a leer. No hay libro de poesía que sea sencillo.Enseguida advertí que, para captar sus aspectos y matices, hay que recorrerlo con papel y lápiz, tomar notas, con repaso y orden, en el viaje hasta una visión  de conjunto.
 
El verso es aventura interior

dice el autor, que nos sitúa en la perspectiva de la labor poética con una definición de lo que son los versos:

Hacedores de sueños son los versos velados.
Contadores de cosas son los versos lejanos.
Heridores del alma son los versos amantes”.


 Antonio Almela Lacárcel, poeta.


De su biografía, brevemente, señalar los rasgos ineludibles: nació en Murcia en 1936 y falleció en 2014, a los 77 años.
Su formación literaria, musical y docente, -Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Murcia; profesor de Literatura y de Música en institutos de Bachillerato de la región-, y la presencia y contemplación de la obra pictórica en su elaboración y resultados son cualificados hitos biográficos de influencia en la composición de este libro, del que aquí se habla.

Hijo de pintor, una cima de su trabajo literario es la obra en prosa: "Almela Costa. Los cuadros de mi padre", en la que ofrece sus observaciones en torno a los cuadros, desde el conocimiento, el entusiasmo y la afectividad.
De su inclinación a escribir poesía, publicó sus libros: "Ardiente soledad", "Esta luz penetrada" y "Los días y las horas". Hablaremos aquí de este último.

Este libro no es una imagen, sino un caleidoscopio, en cuyo juego de espejos se van desplegando detalles de la vida y de la obra de este poeta.


«Los días y las horas» es un libro poético de enorme complejidad. La poesía de A. Almela se sitúa en la distancia entre la intimidad y la frontera, con un discurso abierto a la reflexión y al matiz.

El autor se sienta en la silla del balcón, y proyecta su interior en las cosas. Desde el mirador, donde también tomen asiento la luz y la voz.

Se ha sentado a vivir porque “la habitación me grita que era joven y eterno”.


El esfuerzo en  la palabra:   Luz y voz es la Poesía.

      No conocí al autor del poemario.  Ahora lo descubro. Me han asegurado -y lo creo- que era persona de gran porte, de apariencia tímida, magnífico conversador, músico sensible y un gran lector.

Adentrarse en este libro es todo un descubrimiento. Poesía íntima y personal, para la inmensa minoría, que decía Juan Ramón Jiménez.

INFLUENCIAS impregnadas.-

Los conceptos que utiliza Antonio Almela los encontramos inspirados en, al menos, dos fuentes entretejidas: los mitos clásicos, por una parte, y la influencia de la obra de poetas como Rainer Mª Rilke, Rubén Darío y san Juan de la Cruz, por otra.
La razón del silencio es el poema
si en la entrada del verso duerme el ángel”.
(escribe Antonio).

Un ejercicio práctico para la transmisión de las ideas es ayudarse de un dibujo. Es un procedimiento, nada más.

Pienso en una figura octogonal en cuyos vértices se sitúan las que considero preocupaciones vitales y poéticas de Antonio Almela.
Las fuerzas confluyentes en el octógono se encuentran trenzadas, en relación. Primero, en la palabra; luego, en la música, que se mueve en tonos de cuerda, en límites de lo cantable.           


  
Emprendo esta aventura desde una distribución geométrica.




1.- Soledad / ausencia / esfuerzo.

Conceptos clave en la poesía de Antonio Almela, sabio escéptico, cuyos temas se irradian unos a otros.

Define la soledad:

La soledad es nieve en inconsciente abandono
que un pausado horizonte deposita en la frente,
azotea otoñal de la memoria.
La soledad es tierra amontonada de olvido
que un polvo pusilánime uniforma en la nada,
pesadumbre del alma y la distancia”.

El esfuerzo es necesario para que la palabra suene en el interior y surja desde la soledad. No hay que callar:

El silencio es escombro de mi esfuerzo.
El esfuerzo es mi casa y se rebela”.

La ausencia prueba la soledad y, en la carencia, propone que el espacio se amplíe.

2.- Lo Cotidiano.

El vocabulario, el modo de hablar es signo que caracteriza y evidencia a la persona ante los demás, por la educación recibida y asimilada. Somos reconocidos por el estilo de las palabras que usamos habitualmente en lo que se escribe.

Esfuerzo poético en la cotidianidad y bajo el símbolo del sol, la luz. Donde son claves los espacios concretos: habitación, cuarto, alcoba… Y el cielo:
“El cielo es incesante como el mar”.

La conciencia del cielo es lo infinito”.

3.- El Tiempo.

El tiempo lo preside todo:
el tiempo es un ave derivando a otro nido”.


El tiempo, regulado por los libros:

las filas inquietantes con orden de los libros
alinean la fe de la tierra y la eternizan”.

El reloj es el “Palacio del tiempo”

“en la casa es relato humanizado el reloj”
“… y es vitrina del tiempo”

Paso del tiempo y de la pasión transformada: el tiempo pasa, pero se sigue amando/deseando.
Tres actos hechos poemas, con claves comunes:
· El tiempo de amor y erotismo.
· La edad tardía, otoñal,
· Y nostalgia de la adolescencia.

Llama a que el camino del tiempo sea mudable, “De la eternidad a la vida”, porque “La tarde eterna que me inunda”.

4.- Memoria.

Para el poeta, “El cansancio intenta recrear la memoria

La memoria no entraña recuerdos, es la forma del tiempo lastimado”.

Amor juvenil contemplado desde el hombre maduro:
Mi secreto construye tu figura”, “…agrisa su trazo tu clara adolescencia.

En la afirmación, hasta la niñez se amplía en la nostalgia: timidez de la edad, justificación de sentimientos.

… mi ser de niño está fuera del tiempo

Y la adolescencia es

Jazmín de soledad,
rapto amable del trino,
brillo y rumor del mar,
vidrio azul del tejado de la noche”.

5.- Naturaleza.
     
 La Naturaleza que predomina en Antonio Almela es, sobre todo, la cultivada. Aunque señale al bosque, él habla de jardín, de hiedra, de árboles y plantas en donde la mano del hombre se manifiesta.

El jardín es metáfora del Amor: se hace. Como la memoria, “Los recuerdos son seres mudables…” el amor y el jardín se inician y se cuidan, evolucionan.

Dedica un poema al Jardín de Floridablanca, en otoño, momento de pasión y sensualidad, “jardín otoñal”, lugar físico y anímico donde se encuentran los labios en los besos:  

Tus labios son el hilo que cose mi universo.
Tus labios son el beso y la noticia del mundo.
Tus labios son el reino donde olvido mi frente”.

Cuando habla de elogio de la rama, el poeta se funde con ella, pues la rama es el hombre: “Rama asomada al río” que mira el tiempo y el agua que pasan.
Ejemplo es el olivo, metáfora del mundo:

 “El olivo es un brazo fatigado y esfuerzo
de la tierra que alarga sucesivo la llanura…”

O el ciprés inclinado, decadente, enfermo… que avisa de la desaparición. Al igual que de la joven palmera.

6.- La Música y la Pintura en la poesía.

Aunque el silencio es un buen compañero, la música juega un papel destacado en la vida de Antonio Almela y se manifiesta en su quehacer poético, ve lo estético en lo ordinario. Y que la melodía es júbilo en los labios, mansedumbre y lejanía…”

Habla de lo que bien conoce: La Música, en la que los instrumentos musicales se humanizan y cobran vida:

 “…el canto otoñal del tañido de la tarde

en el momento del ocaso, “la estructura impaciente de la tarde”, las palabras suenan como la música de “El violoncelo”, (bellísimo, quizá el poema más conseguido y que más impacta), por los sonidos de sus cuerdas.
El poeta manifiesta debilidad inclinada por los instrumentos musicales. Su predilección es el violoncelo, instrumento que le incendia el sentimiento. Hablando de él, consigue hallazgos expresivos y musicales: “…construir la ondulación del sosiego”, la intensidad de uno o más sonidos puede ser aumentada o disminuida de forma paulatina.
 
Tiene cuerpo de llama el violoncelo
e incendia el sentimiento”.
       
Amor y violoncelo: abrazado y acariciado, como cuerpo de amante. Para un final apoteósico: una tarde de amor, donde la música es la que fluye del río.
“Siempre canta en la vida un violoncelo y te incendia
si estás solo a la tarde”.

El violín también es de su estima, y lo define como “Torre Eiffel del sonido”.
La Flauta, en un poema complejo, le despierta emociones: sonido de plata, venganza de los agravios del silencio y mece los campos de espigas “…si la flauta es poesía y galantea los sueños”.

De la trompeta dice que es “Sonido que apacigua la noche”, “sonidos desolados, trompeta del dolor”.

El poeta llama a la guitarra: “rumor del agua oculta, voz de los álamos. Y melodioso brocal de intimidad.

En su concordancia entre instrumentos musicales y sentimientos concluye con “La pasión es murmullo en el arpa de la duda”.

El cuadro/pintura es generador de poemas. La poesía es pintura que habla.

Siempre el arte es eterno y necesario
y el hombre condiciona su tiempo a la belleza
si prolonga la noche el pensamiento”.

La fuente es lugar iniciático de inteligencia y sabiduría:
Sabe el agua el secreto de la tierra”.

En la fuente nacieron los ídolos del alba.
Su lenguaje es el canto de los poetas ciegos.
Ellos suelen saber el lugar de la palabra”.

La casa vieja es un espacio conocido: es la casa del pintor que define y recuerda: “La casa era un espacio de amor y bodegones”.

7.- Deseo de felicidad.

El poeta tiene que sobrevivir a sus palabras, que narran también cómo se rompe la continuidad de las vidas. Y los efectos del amor inesperado y milagroso.
Hay otros poemas que hablan de lo conocido, de lo común, que hace sentir poderosamente la humanidad más carnal.

8.- Sentido del Amor.

La manera en que el poeta se enamora es clásica y a la vez contemporánea: Antonio Almela, como personaje de su propio poemario, se queda prendado de un ideal.
El ser humano habla y razona, muestra sensibilidades, crea afectos.

“…el amor de la palabra condiciona mis horas…”

“…tus pómulos, casa y ardor del beso

Tema universal es el amor que ha ocupado al hombre desde los comienzos de la historia. Los filósofos, poetas y novelistas han puesto estos temas en el centro de su reflexión o desarrollo. Con misticismo, como en san Juan de la Cruz.
El amor necesita un “tú”.

Más allá de la fértil razón de tu hermosura,
donde comienza el clima alevoso de mi aliento,
los pámpanos perpetuos del deseo
olvidan sus zarcillos y te quiero”.

Y el erotismo se desata a la vez que se muestra contenido, en el deseo sexual:

Si un galope de besos como de aguas inmensas,
con jardines y sueños despojados de un velo,
se llega ardiente al quieto litoral de tu falda,
y se le quiebra el sitio interior al acercarse,
y olvida el alfabeto con que escribieron los dioses,
y pierde el signo inmóvil del estilo sumiso
y clausuro el motivo final de la inocencia,
es mi sangre, en la tarde, que se acerca,
es mi beso al acecho del roce y te rodea”.

También aparece un charco en el camino. [Interesante y bello  poema], con hallazgos expresivos, en donde el charco representa quietud, y la penuria es el tiempo encarcelado.

El charco es una playa de amores destruidos,
pañuelo que recoge la lástima del cielo,
postal deteriorada de algún otoño usado”.

También se evidencia el pensamiento de que se camina hacia la muerte:
Ahora me rodea aún la música,
el arte dignifica los remos de la barca
que Caronte conduce”.

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Murcia, febrero 2016
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