jueves, 21 de septiembre de 2017

Murcia en ásperos tiempos: fotos-testimonio, de Luis Argemí

En los Molinos del Río, Museo Hidráulico, junto al Puente Viejo, se exponen fotografías de Luis Argemí (1920-1994), quien retrató las personas, sus situaciones en los espacios de la capital (Murcia), en momentos de penuria y de clara diferenciación social.


Entre las novedades culturales de este otoño se encuentra esta exposición. Con su inauguración, se reactiva este espacio de al lado del río Segura, fotografías que miramos con curiosidad y guiño sonriente. 


En el acto inaugural de la exposición, que seguirá abierta hasta el 31 de octubre, han intervenido el concejal de Cultura, el escritor Santiago Delgado, el hijo y la nieta de Luis Argemí, el representante del equipo que ha trabajado en la edición de esta colección fotográfica; y la directora del espacio museístico.




      Ver estas fotografías es entrar en diálogo con nuestros antepasados, habitantes de la capital en aquel tiempo, al que hay que acercarse sin perder ni confundir las circunstancias, y distinguir las situaciones sociales: aunque sea minimizar, podemos decir aquello de que “siempre ha habido ricos y pobres”. 

     Las piezas muestran cómo era la vida en Murcia, en los espacios exteriores que le sirvieron de inspiración a Luis Argemí.
      “Murcia en los años 40” es el título de la exposición de fotografías sugerentes que puede verse en este ámbito expositor. Los textos son del escritor Santiago Delgado, quien ha participado, implicada y activamente, en esta muestra.

      Las fotografías de Argemí son algo más que una serie de trabajos mezclados: es una revisión, con mirada analítica, del momento social y antropológico en la década de los cuarenta del siglo pasado. Estas fotografías nos trasladan, con sus instantáneas, a un momento histórico en el que la preocupación deja paso a la conformidad en el tiempo de la posguerra.

     Un riguroso trabajo de investigación y selección ha llevado a configurar esta exposición que escribe a través de imágenes, como gotas de agua, algunas de esas personas que nos dejaron su testimonio aguardando un futuro mejor.
       El catálogo de la exposición, delicadamente editado, recoge las fotografías y los comentarios de Santiago Delgado en cada una de las imágenes.  Es un regalo para conservar y repasar, de vez en cuando. Todo un acierto. 

     Todas las fotografías, en blanco y negro, expuestas o no, son válidas, porque en ellas se hace visible el proceso en el tiempo/espacio, la movilización y transformación de la sociedad murciana. Una poliédrica exposición en la que se explora y se pregunta sobre el entendimiento de lo que es la condición de documento fotográfico de estas imágenes.

     Se trata de una "exposición de argumento", centrada en la fotografía relacionada con la ciudad y sus habitantes. Que nos conduce, cuando menos, a dos grandes preguntas:

 1ª.- "¿Qué sentido tiene el documento fotográfico?"
y
2ª.- "¿Cuál es la relación con los lugares y con aquello que las imágenes representan?"


Exposición trazada en un recorrido histórico y fotográfico, por espacios públicos y abiertos, áreas urbanas que muestran la cultura del paisaje urbano y sus coterráneos.
    El montaje se despliega en la planta baja del Museo Hidráulico, espacio público, dinamizador de encuentros culturales y acercamiento a la ciudadanía.
    La fotografía no es taquígrafa, porque también explica la condición documental, reverso objetivo de la memoria.
     Los organizadores reconocen que se necesita más de una visita para digerir todo lo expuesto, una narración histórica en la que se aporta una mirada nueva a la ciudad del pasado.

     Esta exposición  refleja una visión fotográfica plural y heterogénea; interpela directamente a la ciudadanía sobre la Murcia del pasado y su relación con el presente: un recorrido amplio por la construcción fotográfica de la ciudad, tras la Guerra Incivil.
       Por ejemplo, observar retratos, paisajes, como documentos históricos. 
      La exposición es una magnífica oportunidad para admirar, a través de la luz, la historia murciana mediando el siglo XX. Momentos abiertos, instantes concretos donde no sucede nada fuera de lo normal, aunque se genera una atmósfera de intromisión por parte del espectador, la sensación de que algo sucede establece un diálogo, fácil enlazarlo, entre la obra y el espectador, experimentando en el acto de mirar. Son fotografías que parecen fotografías. El cierto aire de reporterismo es interesante y divertido, cuando menos, incluso mueve el deseo de conocer y honrar a las personas retratadas.
    

Resulta interesante la creación, la relación estrecha con esas personas al otro lado de la cámara. En el retratado existe el deseo de una experiencia fuera de lo común. Y en el espectador mueve el deseo de que la persona dé todo, en esa cercanía en que confía y se muestra como realmente es.
      También adquiere una dimensión de ‘tema exótico’ por sus encuadres poco espontáneos. Hay simpatía en las miradas y cordialidad en las sonrisas.

Recorriendo la exposición, se puede apreciar hasta qué punto estas fotos son una forma de registrar el paso del tiempo. En las vidas de las personas, en los ambientes, en la ciudad.

      Es importante advertir que las fotos así expuestas no implican entenderlas de forma aislada, sino siempre en relación con una consideración social y estética más amplia y compleja. Momento dinámico, mirada hacia los seres humanos. En las imágenes de Argemí vemos a personas en acción, distinguimos posiciones, movimientos y, sobre todo, interrelaciones. Significado de la vida a través de la imagen, una concepción de la foto basada en la singularidad. 
Al final, también se crea una panorámica de fragmentos de anécdotas.


Cualquier lugar inesperado que capte la atención del público nos deja ver la conducta humana en aquello que les rodea: sus congéneres y amistades, en los espacios compartidos.
Quien quiera acercarse a esta propuesta, admirará los diferentes recursos de la foto del pasado, sobre la complejidad de las preocupaciones en el territorio ciudadano.
Hay que verlo.

domingo, 17 de septiembre de 2017

DIANA de PACO y la FLORACIÓN de las JACARANDAS

       

   Las jacarandas, según sea primavera o final del verano, ofrendan dos brotes floridos. En mayo, muestran primero las flores y a continuación las hojas. Llegado septiembre, sobre el intenso verde, aparecen los pomos en flor.

       
Así como las jacarandas, la dedicación cultural de Diana de Paco ha recorrido una etapa de esplendor coordinando Cultura de la Universidad de Murcia. Y, ahora, tras una cesantía peregrina y un tanto agreste, (no sé si es “lo habitual”, en eso de contrato y despido de los cargos, desde el escaño y atalaya del que/la que manda), que recuerda a los usos y tiempos del franquismo, cuando se enviaba al motorista con el sobre del cese. (Hoy se hace con un ‘click’ de correo electrónico).
         Al mal tiempo hay que ponerle buena cara, dice el saber popular. Por lo que Diana se dispone a vivir un itinerario de luz en nuevos senderos profesionales y de vocación.

“El TEATRO NOS HACE SENTIR A SALVO”

         Nadie sabe si son necesarios los dioses. Con Diana de Paco resurgió la fe y la práctica de que cualquier ámbito puede ser escenario.
   
—“El teatro es mi vida”, oímos manifestar continuamente a Diana.

    Este año de 2017, ante su mirada repleta de brillo, es difícil no participar de su entusiasmo. Diana es conductora-corifeo de esta representación siempre en positivo. Para que quienes sienten la transformación personal y colectiva por el Teatro, vivan en los papeles y en la escena. 
Diana de Paco tiene el don de la palabra conmovedora y teatral.
Su vocabulario corporal es tan vivo, característico e intenso como sus textos: Diana ha sembrado “Deletreartes” y sus eventos culturales, con ritmo vital, versátil y evolutivo. Donde las efemérides de escritores, músicos, poetas, dramaturgos, artistas plásticos y de la Moda hacen que lo universal se inserte en lo universitario.
Polifonía. La dedicación y el empuje de Diana por la Cultura simboliza un renacimiento dorado e incontestable, en este proyecto múltiple y polifacético que es “Deletreartes”.
   

   —“El Teatro es un estilo de vida. Emerge de lo profundo de una misma”.

Pertenece al gran movimiento emocional de una generación implicada, junto a mujeres de ideas innovadoras y creativas en diversos ámbitos.
Como si de canciones que marcan a una generación se tratara, Diana ha impregnado al Teatro, representado y leído, del valor de acontecimiento social, además de espectáculo.

Así, las salas-aulas de la Universidad de Murcia, sin necesidad de ser suntuosas, son moradas de cálido encuentro, donde se transforman las personas en personajes, donde se habla de teatro como si no hubiese otra cosa más importante en el mundo.
    
La dimisión supone un hecho de sorpresa, que nos ha puesto en vilo.
¡Ay, Diana...! No lo previste porque tu intuición ha estado centrada en descubrir y fomentar encuentros literarios, teatrales, artísticos..., (sin intrigas palaciegas), en tu vocación de actividades culturales con tono brioso. Es lo que sabes hacer.
   
No presentiste que en el universo del poder y de la gestión, del tipo que sean, hay momentos en que emergen y se manifiestan con una sutil y calculadora forma, las asechanzas y "cortar los pies" a quien destaca porque, así, se le hace más bajo del que manda; también expresión de la condición humana: por delante, buena cara; por detrás… el puñal:  “¡Tú también, Bruto, hijo mío!”, dijo Julio César, palabras finales, cuando lo eliminaron.
   
Una breve indicación en relato. Un primer ministro, o jefe o quien quiera que sea para gobernar en solitario, deshaciéndose de quienes le hagan sombra, ante el comportamiento  de algunos de sus cogobernantes y colaboradores, envió un emisario a su padre (que había sido gobernante), para que le dijera qué debía hacer ante situaciones en que los allegados al poder destacaban. Le pidió al emisario que mirara bien lo que hiciera su padre, no perdiera detalle de sus acciones, porque no hablaría.
Cuando volvió el enviado, dijo al primer ministro:
—“Su padre me llevó al campo, sin decir palabra. Con el bastón ante una floración de amapolas, fue cortando una a una, y solo dejó la más alta".
—“Gracias", —respondió el gobernante, ahora sé lo que he de hacer.
(Estas estrategias y prácticas, Diana, hay que verlas venir y tenerlas en cuenta).
       
De quien con valentía ilumina la acción en el escenario y congrega en el Teatro lo vertiginoso de la vida, no ha parado de incorporar público, actores y técnicos en los espacios culturales, universitarios y públicos. Su estímulo brota en las esferas de la sociedad de Murcia desde el espacio universitario.
El teatro es imaginación de palabra y gesto, nunca mentira. Por eso ha habido afluencia de toda edad, muchos jóvenes. En el escenario solo es posible una actitud positiva, reclama Diana:
—“Si se lo muestras con directa sinceridad y les insistes, a la gente joven le gusta el Teatro”. 


Nos sentimos pagados cuando, en ensayos, en las Lecturas Dramatizadas y en las representaciones abiertas, muchas personas nos han manifestado:
—‘Sois actores verdaderos’.

       Y hemos descubierto que éramos-somos tantos, en número creciente. Y que, entre otras, el aula de teatro “Concha Lavella” es un lugar donde encontrarse con verdaderos amigos, de mente abierta, con su visión rupturista y su hilo directo con la inquietud por el Teatro. Es pura energía.
— “Júntate con unos colegas, no preguntes de dónde vienen sino a dónde quieren ir. Y hazte tú mismo el espacio teatral”.
 Con su habilidad para pilotar un transatlántico cultural en la institución universitaria sin perder las esencias de la actitud alternativa, Diana ha dejado su impronta.
—“Sentirse a salvo con las obras de teatro: es el único mensaje que debe tener la escena”, aunque la vida real sea otra.

Diana de Paco Serrano, de prosa y dramaturgia envolvente y musical, siente la necesidad de nombrar la compleja estructura de libertad interpretativa. En la fluidez de su estilo, ha formulado un laberinto de múltiples entradas que, nuevamente, se abre en distintas direcciones, donde ya resuenan el oleaje impetuoso y las mareas cada vez más altas que irrumpen en la escena.
La gestión cultural de Diana: sin olvido y con agradecimiento.

Lo importante y definitivo es que no te vas, Diana; sólo cambias de ángulo y de exposición al haz de luz concentrada.
  
Gracias, por hacer. Y porque instas a que, pase lo que pase:
    
—“La función debe continuar”.
       Y permanece. Continuará, porque la semilla es excelente.
      Nos irradia. Nos pertenece y está. 
        Si las jacarandas abren dos veces cada año, tú, seguro, florecerás más. Porque en tu profesión de docente y tu probada valía de dramaturga, florecerás en donde te muevas y te dediques.
      Donde quiera que te sitúes, nuestro telón se levanta para ti.