jueves, 26 de octubre de 2017

Extraordinaria lucidez para escribir: Zaida Sánchez Terrer en los ámbitos de la existencia. “Verdad”.


Como una flor que crece en el asfalto

      

      Café Zalacaín, lunes literario, como es este 23 de octubre, como no puede ser de otra forma. Se presenta

Verdad”,



poemario de ZAIDA Sánchez Terrer.

         Un libro que comienza con la palabra “Escribo…” y concluye con la palabra ‘verdad’.

       
 Local al completo de personas interesadas: por cultura poética, por amistad, por cercanía de ideas y de ánimo. Por lo que sea, a tope.


       Presentadores, introductores de la obra han sido la poeta Isabelle Gª Molina y el profesor, —y también poeta—, Vicente Cervera Salinas.

       Isabelle saluda a Zaida con sus propias palabras, de entre las dedicadas al hijo que sí llegó, y así le dice:

Ocupas tanto
que tengo que expandirme
para abarcarte”.





             Asegura Isabelle que este libro que hoy se entrega al mundo acoge poemas de diferentes poemarios que Zaida conserva inéditos.



     “Se expande, ya sin  límites”, apunta Isabelle, “dejémonos abarcar por Zaida y expandámonos con ella”.

     Y la confluencia de lectores, en voz alta emocionada, como Alicia Poza y el acompañamiento musical a la guitarra de Raúl Molina. 

          Amigos en quienes podemos polarizar la cantidad y calidad de los presentes, que disculpen los demás, mencionar solo dos: el decano de la facultad de Filosofía, Antonio Campillo; y la Bibliotecaria de Alcantarilla, Mª José Gómez.

       Esta situación es el distintivo, no es extraño: es la marca de Zaida, cuando convoca a amigos, conocidos y diletantes, su expresión en espacio de su poemario, Verdad, que nos dice:
Es demasiado tarde cuando lo descubrimos
la verdad, finalmente, solo era el enunciado”.

    


  En este círculo que se abre y se cierra, coincidiendo con las páginas, los poemas se enlazan en los eslabones circunscritos.



Tiempo:
       “…Y me pregunto cuándo, después de tantos años,
dejé de conocerte”.


No he podido olvidarlo.
Después de treinta años,
todavía me queda de ti esa eternidad”.

Amor/desamor
Yo tengo que sufrirte
como te he amado.
…Como tampoco pude
escapar de tu amor cuando llegó”.

No temas caer en la tentación. No voy a disfrazarme.
Sé quién eres y sé quién soy. Moriremos al fin,
seguros de tenernos en la completa ausencia”.
“Después de una tormenta de silencio,
 Solo queda el amor entre las ruinas…
Dolor en la ausencia, y el desierto…
     “Ahora que no estás
      soy parte del vacío
      que contigo dejaste
                                       … … …
                                                              “Cuando me dueles tú,
me duele el mundo,
me duele respirar
y hasta quedarme quieta”.
“Me ocupa este dolor como invierno”.
      Pensar es rememorar.

         Hay memoria, también en las elegías. Para casos de personas de excepcional valía literaria, artística o de luchadora social, porque sus obras dan testimonio del universo, en las que la acción y la escritura se convierten en una imaginación expresada sin límites, contra la dictadura moral y la resignación.

        Como la presencia de la adolescencia y la infancia, por las que, con certeza, ser niña en el corazón de padres, tan afortunadamente presentes siempre; hablar a sus padres y puede escuchar sus respuestas.
    
     Y en su Ser(gio). Se volvería a vivir, aunque siempre falta tiempo.

        Lo que esperamos de Zaida es la palabra, sea narrada o sea poesía.

        Como la música, que contiene fuerza y dolor: soñar que se puede decir la verdad, pues la poeta rinde culto a las ideas. Por eso cada poema habla de lo que hace latir al mundo.

       Personas vinculadas y referentes que se fueron por la senda de la que no se regresa.
  
      Presentes las evocaciones de amigos y de personas influyentes. La pérdida: ‘Mis personas habitan en mí y conmigo viven’ viene a decirnos Zaida. Los poemas se escriben atendiendo a los ausentes, y se destinan a los vivos:

‘Para las que se mueren’.
Respiro quieta, sigilosa, vencida,
con un cansancio hueco,
lacerados de inviernos y de frío”.
  


       Poema recitado en la voz y presencia en este acto poético y, por tanto, también de pugna feminista, por la tenaz luchadora y briosa profesora, Alicia Poza, el estigma social y la pérdida de autonomía que vive la mujer —tanto genérica como individual, una mujer en la que muchas mujeres pueden reconocerse—, y lo lee en “Es menos primavera”:

Acabo de saber que ya no estás…
Recién inaugurada
la frágil primavera te marchaste,
donde la luz te lleva,
la que irradia tu vida y tu palabra”.

Tu nombre ha de ser huella
que recuerde el camino.
Ser mujer, todavía,
Sigue siendo difícil para muchas,
cuando no una condena”.

Padres/hijos,
                    Para ser hija se levantaron puentes que permitieran cruzar a otras orillas, se tejieron distancias de adolescencia y cuerpo que madura, y crecieron las alas necesarias para poder volar y poder volver”.

La rotunda verdad de Zaida:

Mi hijo, todo entero, es la belleza”.
“Antes ya de ser madre lo sabía,
pero no hasta qué límite,
ineludiblemente,
necesito ser para ofrecer mi ser”.

Para la hija que no llegó:
Porque tú te pareces
a todos los momentos infinitos y ciertos
en los que te he esperado
Y el poema “Regreso”, dedicado a su hermano:

 “...te amamos / con las manos, la pena, / la risa y las palabras”.

Los libros, que en Zaida, no pueden eludirse:


Hay libros que jamás necesitan adjetivos,
no son tristes ni alegres,
ni profundas ni simples, son verdad”.



Hay libros que se clavan y que duelen

que no pueden contarse
sin exponernos luego a quedarnos desnudos”.



   



       Los poemas de este libro se cierran, es poeta viajera, que vive su tiempo en espacios amados donde no es extranjera. Al final de ‘Itinerarios’, donde los asistentes y los lectores disfrutan de la poesía de Zaida, versos habitables, donde lo desconocido se envuelve en Luz.
       
Oficio de la literatura y ser mujer:
La armonía hecha verdad”.