PRIMERAS GOTAS DE TODA
LA LLUVIA
“...Y en mi corazón
ardiente,
llueve, llueve dulcemente
Esté el horizonte triste;
¿el paisaje ya no existe?;
un día rosa persiste
en el pálido poniente...
Llueve, llueve dulcemente.
[…] ¡Tarde, llueve; tarde, llora;
que, aunque hubiera un sol de aurora
no llegará mi hora
luminosa y floreciente!
¡Llueve, llora dulcemente!”
“Lluvia
de Otoño”. Juan Ramón Jiménez.
La
lluvia en Murcia es tacaña, casi una fábula.
Hubo
de idearse y habilitar un canal que trasvasara agua desde el río Tajo al
Segura, en la certeza de obtener, en experimentadas tierras fértiles, un alto
rendimiento de los cultivos agrícolas y, también, el retardo del avance
desértico y la previsible y consiguiente emigración.
Cambia
la tónica de sequía y avisan de un impetuoso temporal de lluvia y viento en la
Región de Murcia. Intensas lluvias, vientos fuertes y fenómenos adversos. Las
precipitaciones, dicen, serán generalizadas y persistentes, y se podría
acumular hasta 200 litros por metro cuadrado.
Está
arraigado el dicho popular que en las tierras del Sureste (Alicante, Murcia y
Almería): “Nos
morimos de sed o nos ahogamos”.
El
deseo racional es que llueva más en las tierras cabeceras de los pantanos y no
haya aluviones, riadas ni inundaciones. Contamos historias para seguir vivos y
que sea vida lo que ahora solo vive en el relato. Aunque no es posible cruzar
la lluvia sin mojarse, que sea solo lluvia abundante, desde la subjetividad y
los sentimientos. Los fenómenos atmosféricos, luz, lluvia y viento se observan
con mirada aguda e inteligente y se quisiera contarlos con agrado, co
n satisfacción, sin tensión ni
daño.
“La lluvia tiene un vago
secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que
recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
[…]
¡Oh lluvia silenciosa,
sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!
¡Oh lluvia franciscana
que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres. […].
“Lluvia”.- Federico García Lorca
...oooOOOooo...
A
veces se produce la estridencia entre vecinos. La ambigua y contradictoria naturaleza humana,
cuando se afecta con determinados aspectos de la vida, ocultos o enmascarados,
resulta recurrente, opuesta y tensa, como la relación entre los habitantes de
Castilla-La Mancha y los de Murcia a cuenta de la propiedad y posesión del
agua, y el servicio que presta el trasvase Tajo-Segura.
En
chiste inventado interesadamente, —como todos—, se cuenta que, concluido
el bíblico Diluvio Universal, tras cuarenta días con sus cuarenta noches de
abundantísima y desmedida lluvia, el Arca de Noé, donde se había preservado a
las parejas y especies, regresó a tierra firme en Murcia, en una orilla del río
Segura.
Llamó
la atención poderosamente que la pareja de huertanos quisiera desembarcar con
urgencia y se abrían paso a empellones, adelantándose a los demás.
—¿A qué viene
tanta prisa? ¿a
dónde vais? —les preguntaron sorprendidos tanto los encargados
de la evacuación del arca-nave como quienes extendían las escalas para bajar a
tierra firme.
A
lo que los murcianos les respondieron mientras corrían apresurados:
—¡A regar! ¡A regar!
La
lluvia que está presente, casi en una atmósfera imprescindible, quizá sea el
testimonio que enlaza el presente con el pasado.