La oferta poética y, en general,
literaria en Murcia es densa: viernes con cuatro actos coincidentes en el
tiempo y con cierta cercanía en el espacio. No se puede acudir a todas las
llamadas. Selección difícil que me ayudó una sugerencia, desde la distancia del
correo electrónico, para que asistiera al acto poético en el café “Zalacaín”, y
escuchar/ver a Andrés García Cerdán.
No conocía la obra de Andrés y allí fui.
Lo agradezco, la práctica poética ha sido interesante y amena.
Me decidí por explorar la experiencia
propiciada por Mursiya Poética, y el
colectivo Iletrados.
Allí estaban, también, los de "La Galla Ciencia".
Un detalle: regalan un
cuaderno (plaquette, le llaman) con
poemas de diferentes libros del autor y la participación de la ilustradora
Cristina Franco. Todo un estímulo y un referente para que resuenen en los ojos
de la memoria y se continúe explorando la poesía de Andrés García Cerdán.
La labor poética de Andrés, doctor en
Literatura, lúcida voz del panorama poético, es amplia: siete poemarios;
ensayos y colaboraciones, multipremiado en certámenes… Un aval que nos indica
que, cuando menos, estamos ante un poeta sólido.
Aproximación al recital.
Se puede intentar desde diversos
ángulos. Me inclino por las impresiones.
· La participación
de dos guitarras y violoncelo, que envuelven en transparencias musicales los
poemas de Andrés.
·
Es la “poesía como
eternidad de los momentos perdidos”, mientras habla de Jano, dice Andrés,
quien canta, recita
Poesía sin concesiones, es la suya una
poética entreverada de erudición —raíces en la cultura clásica grecolatina— y vivencias de
momentos cercanos: poesía urbana fondeada en la ilustración y estética de los
años fin de siécle XX,
en el rock y en los caminos que serpentean el siglo XXI: “…al fondo de esta calle está de moda…”
Cuando se decide por “…ceder al ensalmo en llamas de los días”, coexisten la
“Miseria”, con los ‘Gorriones en Berlín’ y con otros pájaros a los que se les ha
asignado innoble fama.
“La mañana de un día que no importa
encontré una brecha en el cuerpo
del poema, esa boca
secreta
escrita en un costado
con que soñaron Swedenborg y Borges”.
Paisaje en el esplendor de un verano
hipnótico, en el que se contrasta la sonoridad de desgarradas palabras, duras a
la vez que humanas, para “Morir en Albacete”, donde una “rata” se revuelve en
lo recóndito de cada individuo.
“Velvet plus”, ambiente de bar urbano: vinilos,
güisqui, coca cola, Warhol, rock, Lou Reed… Con irrupción incidental de la
tecnología entre música de diferentes sugestiones y atractivos en las que “Afrodita comparte habitación con Bob Dylan”.
El violoncello llora de la mano de
Cristina Olmedilla, mientras sus notas nos pasean por el ámbito de ‘Velvet
blues’, donde el segmento de edad en el arco de los 45—30 se reconoce.
No hay infancia, porque los
protagonistas (poeta, músicos, oyentes, evocaciones) habitan ya una juventud
inmarcesible.
“Felices los que no esperan nada”
Andrés Gª Cerdán, en su libro “4ª
persona del singular”, nombra una “…ella, como una flor, necesita el aire”
Y aparece el amor.
Que viene del empuje del tiempo y de las personas y cosas que se aman. Algo de lo que se recoge en “Contra el invierno”:
Tuvo gran aceptación, entre el público presente, “Esquinas”, poema musicado para chelo y 2 guitarras (Cristina, David y Andrés).
El propio autor destaca a “Carmina” como
su libro más querido.
Y nos despidió advirtiéndonos que “Ella sueña con nubes”
Solo hay nubes altas y un vestido
transparente por el que elevarse sobre el mundo.
En la superación de la dificultad de escribir
desde fondo y ser sencillo, en una búsqueda de la verdad sobre el aprecio de la
realidad y lo frágiles que son los logros humanos.
En sus poemas reside la personalidad de Andrés, que cuenta historias complejas, y muchas
de ellas, reservadas para quienes se reconozcan en las
generaciones desde los 90 hasta la segunda década del 2000.
Creo que es
uno de los poetas al que los lectores habituales reconocen como poseedor de voz
importante y distinta: presente entendido como sedimento vivo de la historia de todos y cada uno.
Muy buena crónica, Juan, como de costumbre. Gracias por contar, y por hacerlo tan bien.
ResponderEliminarAnda que ya te vale, Ándriu, no avisarme que venías a Murcia ( lee esto en el tono de más reproche que sepas) Menos mal que Juan, uno de los espectadores a tu engendro poético/rockero ha tenido el detalle de contárnoslo. Pero no es lo mismo, jo... Que sepas que te la guardo. Como te guardo el abrazo chillao que te habría dado de haberte tenido a tiro. De eso te libras. Y otra vez, por favor, ¡ avisa!
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