sábado, 14 de julio de 2018

MUJER, marginación e “invisibilidad”: el testimonio de la fotografía denuncia la situación.


       10 días de julio (hasta el 25, en que acabará).
       Muestra breve para un tiempo de lucha permanente.

Exposición de fotografía

in – VISIBLES

Ámbito Cultural de “El Corte Inglés”.

Iniciativa que es más que un ‘grano de arena’, pues contribuye a la conciencia: han de ser VISIBLES todas las mujeres silenciadas, con la búsqueda de la igualdad real de derechos.

En esta ocasión, las artistas de la sensibilidad con la cámara fotográfica son tres mujeres:


· Isabel Buendía
· Charo Guarino
· y Dolores Rubio

    Con su obra gráfica levantan los velos de sombra e iluminan la marginación y las injusticias que padecen las mujeres en cualquier parte del mundo.
Como un aldabonazo, para que lo advirtamos: no hay que bajar la guardia pues en el combate no habrá descanso mientras haya injusticia, marginación e interesado olvido en la situación de la mujer.
      Y que, por ser diversa no es menos grave. Burda y repulsiva en amplios espacios geográficos del mundo; sibilina y retorcida en ámbitos occidentales.

     Fotografía, testimonio en los tiempos actuales. También arte. La llamada que se formula con estas fotografías importa más que la belleza artística, sin ignorarla, pues la poseen.
    Tres mujeres ofrecen sus imágenes y palabras para la esperanza, tres fotógrafas, desde la sensibilidad de su mirada e inteligencia, recogen a través del objetivo lo que han visto, traen situaciones de otras mujeres y lo hacen visibles.
    El espacio, el entorno de las mujeres es básico.

La imagen, en convivencia con la palabra poética, recibe al visitante en la exposición, oportunidad de contemplar en un mismo tiempo y en diferentes espacios.

      La propuesta supone una excelente oportunidad de apreciar desde una mirada de conjunto algunas de las diversas situaciones de las mujeres en el mundo, una sintaxis plástica propia y personal.

   La vida de mujeres se humaniza cuando se señalan los silencios aberrantes, la ocultación injusta, la marginación y el desprecio por ser mujer. Es la lucha por superar las contradicciones, de las circunstancias que se sobreponen en los surcos de la existencia.

Perspectiva que enmarca situaciones de la mujer, adversas y concretas. Y que repercute de forma evidente en la composición de estas obras en el descubrimiento de mujeres en su espacio y en la distancia.

        Recientemente, una escritora, Ana del Paso, ha publicado un libro sobre las reporteras y corresponsales en España, desde las pioneras a las más actuales. Todo comienza en el siglo IV con Egeria a lomos de un asno camino de Tierra Santa. Ser profesional de la fotografía no es cuestión de un carnet que así lo diga. El crédito lo da lo que se hace y cómo lo desempeñan: mujeres que quieren jugar con todas las cartas boca arriba, sin ocultar.

  Las obras que nos ofrecen Isabel, Charo y Dolores forma parte del conjunto con escrúpulo y conocimiento que recorre, en clave de mujer, las situaciones de las que aún es poco lo que se ha dicho hasta ahora.


Las cosas y las situaciones van cambiando, y se quiere que sea para mejor: han de serlo. Y que se escriba y se fotografíe lo que tiene que inspirar y mover a todo el mundo.



Esta muestra es un soplo de aire fresco. Una tendencia que apuesta por la denuncia a través la poesía, el arte, la performance y la música como herramientas para dar visibilidad a las mujeres.     

Fotografía de visión transgresora y lúdica


Un evento multidisciplinar que, con diferentes fotografías y palabras, pone el énfasis en la búsqueda y denuncia de la dolorosa realidad de las mujeres en el mundo.
   "Solo tienes que vivir y la vida te dará fotos", dijo Henri Cartier-Bresson, el maestro fotógrafo. Y fotografía es, precisamente, lo que inunda el Ámbito Cultural de “El Corte Inglés”, (que solo se podrá ver durante unos pocos días), en Murcia.
      Lenguaje documental que responde a una manera de entender el mundo. Mujeres con lenguaje propio, —Isabel, Charo, Dolores—, referentes incuestionables de su generación, la actual. Todo su trabajo transmite mucha energía, deseo y esperanza.
    Esta exposición puede significar todo y nada: es una de las tesis. Las fotógrafas han buscado juntas para definir mejor la idea y ahondar en las posibilidades que ofrece la situación.
“Es un esfuerzo para incluir un máximo de lenguajes y de métodos de trabajo en esta batalla”.

    Tienen estas fotógrafas mucho todavía en la mente y sobre la mesa. Aquí se expone la llamada sobre el conflicto, hasta hacernos entender que la fotografía y la vida van de la mano.
     En compañía de la poesía, cómplice de los lugares y los individuos, es la fotografía un modo de expresión que tiene muchas capas, que posibilita describir el mundo en que vivimos con más preguntas que respuestas. En la búsqueda y encuentro de algo que pueda cambiar y mejorar el rumbo de la vida.
La confianza de las fotografiadas es necesaria para realizar una buena fotografía. Convivir es esencial.

Historias anónimas, que transmiten un aura de cercanía y familiaridad. Más que fotos, son propuestas visuales, también conceptuales, menos predecibles de lo que aparentemente se pueda suponer. Hay en todas ellas un hilo conductor: la expresión que hace reflexionar sobre la identidad y su ausencia, mostrar la vida y su otra palabra, sobre la soledad y el amor, sin olvidar la posición social y emocional de la mujer, sobre la historia individual y colectiva o el incansable intento de recuperar la infancia perdida.

Las huellas en el rostro, el desgarro de la violencia, la discriminación e invisibilidad de la mujer se recoge en estas instantáneas seleccionadas para todos nosotros.

Con la frágil belleza de rostros que han vivido demasiado para tan poca vida; ojos en los que perderse o nacer; una boca triste herida de luz. Poemas que se cosen a la piel de las fotografías y cumplen una doble función: por un lado, se expanden hacia el espectador y, a la vez, construyen significado: arqueología de la memoria y el presente hecho presencia.

Acostumbrados a verlas cubiertas de la cabeza a los pies, con sayos que ocultan su feminidad y las hacen parecer todas iguales, las imágenes que se nos muestran resultan sorprendentes. Muestran una normalidad intuida; una intimidad que casi parece robada y solo es posible gracias a la complicidad de las retratadas con la fotógrafa. En una sociedad donde la conformidad se valora por encima de todas las cosas, resulta difícil singularizarse. Pero algo se está moviendo.
 
Los derechos de la mujer son ignorados por una retrógrada interpretación y usos culturales. Sin embargo, hay que abrir una brecha entre la realidad y sus expectativas.
Cada vez más hombres apoyan la mayor participación de las mujeres en la sociedad. No obstante, persiste el “sentimiento de miedo”, por lo que hay que seguir manifestándose para librarse de ataduras y alcanzar una mayor libertad personal.
Aprendemos así que todo sucede fuera del alcance de la vista, detrás de los muros.
Desenmascarar la intención de la socorrida frase “Es una cuestión cultural”, con que se pretende justificar atrocidades. La misma que impide que las fotos puedan mostrarse fuera de la “burbuja femenina”.
Para entender lo inusitado de estas imágenes, basta constatar que hay que mejorar el sistema público de educación.
¿El motivo? El que está detrás de la estricta segregación de sexos que, con la excusa de religiones y antropologías, persiste en la sociedad. A los ultraconservadores líderes, religiosos o de otra adscripción, pilares del gobierno en muchos países y a quienes les gusta y deciden que las mujeres sean invisibles.

Esconder a la mitad de la población ha de resultar difícil. Por eso, en este tiempo de tecnología, ha de usarse todo para que silenciar y ocultar a las mujeres constituya una misión imposible. Y que las comunidades dejen de ser sociedad cerrada. Y saltar las restricciones sociales. Agrandar el conocimiento de la realidad es lo que pretenden Isabel, Charo y Dolores.
Herramienta para el movimiento de emancipación femenina. Dar voz y paso a las jóvenes, ayudar a quienes cada vez están más hartas de las sofocantes restricciones que les imponen sus familias y la sociedad.
Esperanza es que alcancemos la plena ciudadanía, lo que se traduce en igualdad en la educación y en las oportunidades de trabajo. Voz y poder en la vida política y en la toma de decisiones.

Más allá de las palabras, convertir los derechos de la mujer en una prioridad, cambio imparable y gradual, evolución sin pausa. Las exigencias de las mujeres son motores de cambio social y cultural en el futuro, y hay que comenzar en el presente.
Pero, ¿cómo contar con personas que a los ojos de la sociedad no existen? ¿cómo hablar de una población invisible?
Llenar el aire de luz.

Que la sensación de liberación, como si de un ritual se tratara, no se interrumpa.
Mientras tanto, estas mujeres, —Isabel, Charo, Dolores—, nos ofrecen la fortaleza extraordinaria de sus imágenes y palabras, para continuar resistiendo, y que las sombras se hagan diáfanas al sol de la mirada.
 Durante unos instantes, con esta exposición, las mujeres han dejado de ser invisibles.