jueves, 16 de junio de 2016

CORAZÓN Y LIBROS, VIDA Y LITERATURA. AMISTAD

     6:25 de la tarde. Hacia el Museo de Bellas Artes, cruzo las plazas de Romea y santo Domingo como lo que son, en este caluroso día de junio: tramos de la travesía del desierto, que será así hasta que avance octubre.
       Ensayo general del grupo de teatro “Canna brevis”, por si procede, algún retoque o ajuste al recital de hoy.
 Charo Guarino, poeta y amiga muy próxima a la malograda Rosa Hernández, es, en esta ocasión, la directora-coordinadora del complejo acto. Evidente responsabilidad. Desde hace meses laborando en dos libros de Rosa publicados: “De profundis, rosae” y “Eros 2 8” —recién salido de imprenta, en tiempo real— para mostrar todo lo que se pueda sobre estos textos de Rosa Hernández.
    Denso programa. Que hoy abre con la presentación—recital en torno a “De profundis”. (En otoño, se presentará el otro libro, “Eros 2 8”).

Amistad es más que la bella perspectiva de una palabra.

       Existe amistad si se demuestra con actos y circunstancias, como le gustaba decir a Rosa Hernández.
      El acto—recital contiene múltiples significados, como lo son las caras de la moneda, desde el origen en que dos personas hermanadas, como el agua (Rosa), caudal de creatividad, —en literatura y pintura—, y el árbol (Charo), eco activo y autónomo, viva sombra espacial que, en la parte de acá, edita los textos escritos por Rosa. Doble espacio; uno, conquistado por la autora de libros publicados y, el otro, en el que habita vivamente, en el corazón y la memoria de Charo —quien ha recogido y dado vida a algunas piezas de Rosa Hernández— y otras muchas personas: mientras haya quien la recuerde, lea sus libros y los dé a conocer, vivirá.

         El valor y la influencia de una obra, su autora y quien la edita

    Al igual que resulta muy difícil hallar la diferencia entre el bailarín de su danza, tampoco es fácil separar a las autoras de la obra.

       Nueve piezas seleccionadas para el recital. De entre las que se destaca “Palabras”, sin demérito alguno de los otros ocho. ¿Hay un orden de prioridad entre amistad, vida y literatura? Al mismo tiempo, un buen ejemplo de lo que encontramos en el resto. El contenido de todos es eminentemente personal, a la vez que de calidad literaria, sin teorizar sobre los principios de la creación; plasmar las impresiones personales en lo que implica y significa escribir vida como literatura.

      Tienen los libros lo más grande, calidad y sentimiento. Y también quieren hasta lo más pequeño, el roce y las luminosas chispas que salen mientras recorren su camino. La amistad dura más de tres décadas intensas, vivida capítulo a capítulo. A quienes hoy preguntan y se emocionan, Charo pone la entonación y la mirada, también en las anécdotas.




 [Equipo técnico: Irene y Charo]

  







Cada vida es difícil, como una astilla de hielo. Y entre nosotros, en salón de actos del MUBAM, estuvo la madre, la familia y amigos de Rosa, quien eligió qué hacer con cada palabra, cada gesto. Bajo un techo de cristal emerge transformada en luz diurna, la que se despliega en cada una de sus obras, estudiadas y leídas con admiración y respeto.
       Fragmentos de esperanza en que no lo sabemos todo; quedan zonas donde la vida y la historia habitan.

     Los fragmentos, conciencia de espectadores, giran como al azar y vuelven profundamente reconstruidos. La recopilación por la editora, Charo Guarino, agrupa relatos y poemas, claves de un inspirado universo literario, proceso de pasión lectora: intención de la autora y apreciación de lectora. Varias de las historias tienen que ver con los años de infancia y juventud en los espacios la huerta, donde adquieren novedosa dimensión metafórica. Entrañable y lúcido.




  "Agua de lluvia". [Ángela, Sonia y Santiago].-
  
     Encontrará el lector cercanía, entendimiento, complicidad. También pasión. Y amor. Los textos de Rosa poseen timbre realista, asentados en las relaciones entre los personajes. Desde el primer relato, “Agua de lluvia”, los protagonistas viven la aventura de las goteras en las casas. Tal situación, historia de aquellos, afortunadamente ya, lejanos años, hace humor de lo que es realmente patético.  
       Realidad y personajes que intentan dar un nuevo sentido a sus vidas.


"María" [Diana, Ángela, Leticia y Juan].

 







   "Sublimidad de lo cotidiano", con Aurora Gil Bohórquez.














                           "Ángel". (Leticia y Juan)












 
    "Sonrío", [Pepa].-















                                 "Cosas sencillas", [Charo].-








        "Placeres solitarios" [Santiago].


















"El lenguaje de las cosas" [Loreto, Leticia, Sonia y Pepa].-




        Vivencias y tradición oral recogidas en la metafórica pasión, que no se desvanece como la llama de una vela. Todas las formas de la vida afloran como amapolas en campo de trigo, posibilitando que el lector deduzca sus propias conclusiones. No se sale indemne de estas cosas. Las historias, los acontecimientos y las anécdotas se expanden hasta contar la vida de una comunidad expandida y compleja. Sugerir la lectura de los relatos es más importante que cualquier cosa que se pueda añadir como presentación. 
  

  Interés tienen los textos que ofrecen la descripción de las extraordinarias personas normales, apresadas en los pequeños y grandes dilemas íntimos y sociales, testimonio potencial de múltiples manifestaciones humanizadoras.

     Lenguaje que busca la fusión entre el lirismo y lo natural con pasión impulsora de la actividad creadora, donde pesa el pensamiento y el orden, paradigmas de la amistad ajustada en el crecimiento interior y en la literatura.

       Dualidad vital, como los versos que escribió Goethe:
“…y lo que ha sido dado a toda la humanidad
quiero gozarlo yo mismo en mi interior,
asir con mi mente lo más alto y lo más bajo...”

      El espíritu de este libro, “De profundis, rosae”, revelador de la dualidad que señalamos. Su significado rebasa una relación afortunada: dos inteligencias que supieron congeniar y que mutuamente se fecundaron. Rosa y Charo representan la realidad, con carácter simbólico y cultural: amistad de continua trayectoria, convivencia, coloquio de colaboración y debate, afecto compartido.
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         Diez y media de la noche, de regreso. Antes, una gratificante y compensadora cerveza, conviviendo en la cercanía de familiares de Rosa y del grupo de teatro. En la calle sopla viento, parece movido por una mano amiga, se agradece, hace más amable la estancia, el diálogo y el paseo.

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          Y el texto, a continuación:
Palabras
    Y él, el amigo, me dice: “las palabras por aquí se las lleva el viento, vamos a tener que comunicarnos de otra forma”.
   
Pero yo sé que no, las palabras no se las lleva el viento, no, al menos, en mi cabeza. Mi cerebro las recuerda, juega continuamente con ellas. Como en una máquina de bolas, se iluminan, se encienden con un golpe de esa bola que toca aquí y allí. Luces de neón, fuegos artificiales son palabras en mi cabeza. Gestos que se hacen palabras, silencios que traduzco a palabras, emociones a las que designo con palabras.
    Mientras él, el amigo, dice eso, mi mente se pregunta: ¿Amigo? ¿Palabras? ¿Viento? Y juega con ellas, con su significado, con los recuerdos, con las emociones. Y crea pensamientos, frases que nunca serán voz.
 
 Pensando en las palabras me acuerdo de ella.  Recuerdo que mi madre me ha contado que lo primero que perdió fueron las palabras, pero no, no se las llevo el viento, se las llevó la enfermedad. Ella que hizo tanto bien con las palabras no hubiera consentido que se las llevara el viento.
    La imagino sentada en la mesita que tenían, muy pequeña, en la que siempre comieron todos.
    La familia fue creciendo y la mesa no, pero tampoco había mucho que comer, ni platos para poner sobre ella. Una cuchara para cada niño, otra para ellos y la olla en medio, no importaba que fuera pequeña. En esa mesa, la única que había en la casa, ella se sentaba cuando venían las vecinas con una hoja de papel de cartas y escribía las cosas cotidianas que las vecinas le contaban, con su letra redonda y femenina, contaba a los maridos ausentes, cuando eran más jóvenes por la guerra y más tarde por la emigración, que las hortalizas se habían helado, o que la cochina había parido; quizá que el niño mayor ya iba, de vez en cuando, a la escuela y estaba aprendiendo a escribir y pronto podría escribirle él. O alguna confidencia que la abuela jamás revelaba: un embarazo, recuerdo de la última visita o cualquier detalle más íntimo que ella guardaba como en secreto de confesión. Traducía a un lenguaje epistolar las cosas que esas mujeres solas le contaban y que llegarían a los maridos o los hijos que estaban lejos. Palabras afectuosas que quizá esas mujeres nunca dirían, por decoro, a sus maridos si los tuvieran cerca.
    Escribía al abuelo, que pasó la guerra en Teruel, en intendencia. Estuvo en casa de una viuda que tenía a un hermano cura escondido y contaba que un día cuando ya estaba cansado de seguir fingiendo que no se había dado cuenta le dijo que podía salir, que él no lo iba a denunciar. Por carta le comunicaría el nacimiento de su primer hijo, creo. Mi tío nació durante la guerra.
    Por carta se comunicaba más tarde con sus hijos mayores que emigraron a Alemania. Les daba cuenta de cómo iban las cosas en la familia y en el pueblo, si algún otro vecino había emigrado. Con palabras amorosas de madre los acercaba a su casa y a su país.
   Y llego un día en que se sentó a escribir, puso el encabezamiento, “Queridos hijos”, y no supo cómo seguir. No recordó cómo hacerlo.
     Los recuerdos que yo tengo de ella son de un tiempo después. La enfermedad fue muy rápida.
    Me gusta pensar que la última palabra que olvidó fue “amor”. Se acordaba del amor que sentía por sus hijos ausentes y de cómo escribírselo.
    Más tarde, cuando yo era niña, íbamos a casa del abuelo los domingos. A veces, cuando la cosecha o la venta de los limones había ido bien, el abuelo nos mandaba un taxi; otras mi padre hacía varios viajes con la moto; y otras, la mayoría, íbamos andando (de ahí vendrá mi gusto por andar).
   La abuela era muy golosa y ya entonces comía muy poco. Le encantaban los Dani de chocolate, un lujo que no se podían permitir en aquellos tiempos, pero que a la abuela se lo daban; también le gustaban mucho los caramelos Sacys. De camino a la antigua casa de mi madre hacíamos un alto en la tienda y comprábamos un duro de caramelos que mi madre repartía en nuestras manos para dárselos cuando llegáramos a la abuela. Los llevábamos apretados en nuestras manitas para que no se nos cayeran, y rara vez -aunque nos gustaban mucho- nos comíamos alguno. Queríamos guardarlos para ella.
      Lo último que olvidó fue el amor, aunque no sabía que había una palabra para designarlo, ni mucho menos recordaba cómo escribirlo. Pero cuando esos domingos veía aparecer a su hija mayor con sus nietas, las dos vestiditas iguales, con las manos apretadas y repletas de caramelos, una sonrisa le iluminaba el rostro, sus ojos, tan azules y grandes, se perdían con su espléndida sonrisa. Por un instante -quiero pensar-, recordaba el amor que sentía por su hija y por sus nietas, aunque no supiera lo que era ni supiera nombrarlo.
   Poco después mi madre nos dijo que a la abuela ya no le gustaban los caramelos, pero nosotras nos empeñábamos en seguir comprando, no podíamos entender cómo habían podido dejar de gustarle. Era cierto, ya no sonreía cuando llegábamos, la besábamos abrazándola y le mostrábamos unos pocos caramelos y su rostro no se iluminaba como antes. Los adultos no querían que se los diéramos y nos decían que mejor nos los comiéramos nosotras, pero nosotras lo que queríamos era recuperar la sonrisa de la abuela, esa que sólo duraba un segundo pero lo iluminaba todo. Ya no recordaba cómo comer, cómo tragar, y se podía atragantar.
   
Aunque en aquella época yo no tenía conciencia del tiempo, creo que pasó poco. Una mañana vinieron a buscar a mi madre y ella nos dijo que se tenía que ir, que ya éramos mayores y nos dejaba al cuidado de nuestro hermano. Yo tenía seis años, mi hermana nueve y mi hermano dos. Volvió por la noche, muy tarde y muy triste. Nosotros veíamos la tele y mi padre dijo que no podíamos verla. Cuando se estaba de luto no se veía la tele ni se escuchaba la radio. Mi madre dijo que no, que los niños no tenían culpa de nada. Y nos contó que la abuela se había ido al cielo.
      Ése es el único viento que realmente barre las palabras.
(Rosa Hernández)
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Nota.- Ha concluido el ciclo del curso teatral de “Canna brevis”.
             En el otoño, volvemos: homenaje a los cinco autores de aniversario y, en diciembre, con el reconocimiento a santa María de la Arrixaca.


lunes, 30 de mayo de 2016

ANDRÉS GARCÍA CERDÁN: POESÍA ENTRE DOS SIGLOS

La oferta poética y, en general, literaria en Murcia es densa: viernes con cuatro actos coincidentes en el tiempo y con cierta cercanía en el espacio. No se puede acudir a todas las llamadas. Selección difícil que me ayudó una sugerencia, desde la distancia del correo electrónico, para que asistiera al acto poético en el café “Zalacaín”, y escuchar/ver a Andrés García Cerdán.
       

  No conocía la obra de Andrés y allí fui. 

Lo agradezco, la práctica poética ha sido interesante y amena.
     
  Me decidí por explorar la experiencia propiciada por Mursiya Poética, y el colectivo Iletrados
    
Allí estaban, también, los de "La Galla Ciencia".

 Un detalle: regalan un cuaderno (plaquette, le llaman) con poemas de diferentes libros del autor y la participación de la ilustradora Cristina Franco. Todo un estímulo y un referente para que resuenen en los ojos de la memoria y se continúe explorando la poesía de Andrés García Cerdán.

La labor poética de Andrés, doctor en Literatura, lúcida voz del panorama poético, es amplia: siete poemarios; ensayos y colaboraciones, multipremiado en certámenes… Un aval que nos indica que, cuando menos, estamos ante un poeta sólido.

Aproximación al recital.
Se puede intentar desde diversos ángulos. Me inclino por las impresiones.


   · La participación de dos guitarras y violoncelo, que envuelven en transparencias musicales los poemas de Andrés.
      

   · Es la “poesía como eternidad de los momentos perdidos”, mientras habla de Jano, dice Andrés, quien canta, recita

Poesía sin concesiones, es la suya una poética entreverada de erudición raíces en la cultura clásica grecolatina— y vivencias de momentos cercanos: poesía urbana fondeada en la ilustración y estética de los años fin de siécle XX, en el rock y en los caminos que serpentean el siglo XXI: “…al fondo de esta calle está de moda…”

Cuando se decide por “…ceder al ensalmo en llamas de los días”, coexisten la “Miseria”, con los ‘Gorriones en Berlín’ y con otros pájaros a los que se les ha asignado innoble fama.

La mañana de un día que no importa
encontré una brecha en el cuerpo
del poema, esa boca
secreta
escrita en un costado
con que soñaron Swedenborg y Borges”.

Paisaje en el esplendor de un verano hipnótico, en el que se contrasta la sonoridad de desgarradas palabras, duras a la vez que humanas, para “Morir en Albacete”, donde una “rata” se revuelve en lo recóndito de cada individuo.

“Velvet plus”, ambiente de bar urbano: vinilos, güisqui, coca cola, Warhol, rock, Lou Reed… Con irrupción incidental de la tecnología entre música de diferentes sugestiones y atractivos en las que “Afrodita comparte habitación con Bob Dylan”.

El violoncello llora de la mano de Cristina Olmedilla, mientras sus notas nos pasean por el ámbito de ‘Velvet blues’, donde el segmento de edad en el arco de los 4530 se reconoce.
No hay infancia, porque los protagonistas (poeta, músicos, oyentes, evocaciones) habitan ya una juventud inmarcesible.

Felices los que no esperan nada


Andrés Gª Cerdán, en su libro “4ª persona del singular”, nombra una “…ella, como una flor, necesita el aire

Y aparece el amor.
Que viene del empuje del tiempo y de las personas y cosas que se aman. Algo de lo que se recoge en “Contra el invierno”:
    




Tuvo gran aceptación, entre el público presente, “Esquinas”, poema musicado para chelo y 2 guitarras (Cristina, David y Andrés).


El propio autor destaca a “Carmina” como su libro más querido.



Y nos despidió advirtiéndonos que “Ella sueña con nubes
Solo hay nubes altas y un vestido transparente por el que elevarse sobre el mundo.


En la superación de la dificultad de escribir desde fondo y ser sencillo, en una búsqueda de la verdad sobre el aprecio de la realidad y lo frágiles que son los logros humanos.

En sus poemas reside la personalidad de Andrés, que cuenta historias complejas, y muchas de ellas, reservadas para quienes se reconozcan en las generaciones desde los 90 hasta la segunda década del 2000.
  
Creo que es uno de los poetas al que los lectores habituales reconocen como poseedor de voz importante y distinta: presente entendido como sedimento vivo de la historia de todos y cada uno.

SANTIAGO DELGADO, saluda a la Virgen de la Arrixaca con una ODA en su honor.

Santa MARÍA de la ARRIXACA: 750º aniversario en Murcia

ODA que bien vale una Misa
  
     
 Pasaban las siete y media de la tarde. Iglesia de san Andrés. Llega al altar mayor el arzobispo emérito de Burgos —murciano de nacimiento— con su acompañamiento religioso. Ocupan su lugar destacado.

        750 años han pasado desde que el Rey Alfonso X el Sabio entregara a la ciudad de Murcia la talla de santa María de la Arrixaca, que tiene su sede en este templo.

         De todos es conocida la maestría de la Iglesia, como institución, para la celebración de ritos y solemnidades.

        Un maestro de ceremonias revela el orden de los hechos e intervinientes, tanto previo como dentro de la misa.

      Doble motivo: es el último domingo de mayo, dedicado a la Madre de la Arrixaca, y se conmemora su donación a Murcia, en cifra redonda.

         Anuncia el portavoz que la Hermandad ha designado con sello de distinción a Santiago Delgado Martínez, escritor y académico, para que formule en solemne ritual la tradicional “Salutación” a santa María de la Arrixaca.

       La atmósfera caldeada por la Coral Orpheus Music es surcada por la palabra de Santiago Delgado, quien abre su intervención señalando su vínculo de veinticuatro años de pertenencia y la gratitud por la confiada distinción y honor para este acto. 






      Resuenan tangibles los cincuenta versos laudatorios de su “Oda a María de la Arrixaca”, que delicadamente caen como pétalos sobre la Virgen y sobre todos y cada uno de los asistentes que llenan el templo.


Setecientos cincuenta años pasaron,
Madre y Señora Nuestra,
Oh, Virgen de la Arrixaca,
desde aquel día del florido mayo
en que Don Jaime, rey de aragoneses,
la Cruz restituyera en esta tierra
en la que ahora reinas.

Eres sol y eres luna en nuestros días.

Recuperar queremos tantos años
en que, dormidos quedaron fervores
primeros de inicial adolescencia.

¡Revistámoslos del amor sereno,
como hijos en la senda de la vida,
que, perdida la infancia,
apreciar saben ya la dulce miel
de amar por el amor de amar amando!

          Son 750 años desde que el rey Sabio, don Alfonso, entregó la talla a la ciudad. Siete siglos y medio en un esférico número manifiesto.

Setecientos cincuenta años, María
de la Arrixaca, Madre nuestra siempre,
y un ciento largo más
que aquí habitaste honrada
por cristianos de paso, fieles tuyos
que nos legaron tu preclara imagen
de Madre sosteniendo al Niño Santo.

Ampáranos a todos.
Y puesto que viniste del Pasado,
continúa siempre con nosotros,
hasta el más Último de los Futuros,
Señora de los Tiempo, Reina y Madre. 


         Con presencia de devotos, también las kábilas y mesnadas de Moros y Cristianos, pues ambos veneran desde hace 750 años a la Virgen de la Arrixaca, se ha recibido la entrega de Banderas por parte de los ayuntamientos de Albudeite, Murcia y Ricote.

    “Y llévanos a todos bajo el manto
dorado que horna en majestad tu cuerpo
 glorioso, que en el Cielo mora eterno.
Amén.

       
    La copresidencia del acto litúrgico ha correspondido al Arzobispo mencionado y al Presidente de la Región de Murcia, excelentísimo señor don Pedro Antonio Sánchez, quien ha realizado la ofrenda.



       El tiempo de los actos y de la Misa, de más de una hora de duración, han merecido la asistencia por y para escuchar la Oda escrita y pronunciada por Santiago Delgado.

¡Enhorabuena!

                   por la destacada dignidad de homenaje y la ofrenda de tus versos.

        Y que en todas y cada una coincidamos hasta que se te haga el encargo de la celebrada salutación por los 1.500 años de santa María de la Arrixaca en Murcia. 



jueves, 26 de mayo de 2016

ANHELO TENAZ, AMOR IMPOSIBLE. ESENCIA Y RECUERDO

      Entre el abrazo de dos poemas, este libro muestra un escueto mosaico de poesía y prosa confluyentes, en el encuentro del amor y la dificultad de amar; un conglomerado sentimental en el que, por sí mismo, es complicado el acceso a la verdad.

PALABRA BREVE para MAGNO SENTIMIENTO

     Pequeño libro que contiene la memoria de hombre fascinado y sirena enamorada. 
    La protagonista femenina, creada por Nadehzda Kostadinova, es terrestre y no sitúa en el agua su exclusiva existencia.
     Como punto de vista para la lectura del libro, la sugerencia de tomar como referencia a la rusalka que, en la mitología eslava, es ninfa del agua, una variante de sirena. A medianoche, acostumbraban a salir y bailar. Si se acercaba un hombre hermoso, lo hechizaban con canciones y bailes, y lo atraían a vivir con ellas.
     Se decía que, al final del tiempo, encontraría a un hombre único. El músico Antonín Dvořák –sinfonía “Nuevo mundo”-, compuso una ópera con el nombre de Rusalka, un espíritu esencial que anhela convertirse en ser humano y amar como mujer terrenal, aún con el precio del sufrimiento.

(Otros grandes modelos son Safo de Lesbos, y Calypso -con Ulises-, mitos que permanecen y se reproducen a lo largo de los siglos).

     Tanto el poema que abre como el que cierra el libro constatan la dificultad, casi imposibilidad, de encontrarse en el amor.
    Ya los títulos son significativos: “Caminos donde tú no estás” y “Allí donde habitas”, recorrido desde la oscuridad hasta la ausencia. El misterioso señor llega con las sombras y se va antes del alba, pues donde habita queda lejos y difuminado en el misterio. Difusos son el camino y el retorno, el fruto está en la palabra escrito, poesía:
Te escribo,
te abrazo entre mis versos”.

      Queda la palabra como un conjuro. La escritura crea la vida de una nueva cercanía.

      Siguen las “Cartas a un misterioso señor(9 cartas breves, una por página, entre 14 y 21 líneas), que señalan el respeto y distancia que impone lo desconocido. Misterio del personaje-rusalka, que es la que escribe, envuelta en la frecuente ingenuidad ante el amor. El diálogo, limitado a la correspondencia en el deseo, inclina a no preguntar. Placer y dolor en la creación de un mundo de ensueño, mágico, circunscrito al amor sin palabras. 


      En la primera carta, “Náufraga”, quedan establecidas las premisas, en la metáfora “Ha sido usted la tormenta marina”. El ‘señor’ seguirá siendo una neblinosa incógnita, individuo de orígenes y destino inciertos.
      Ella manifiesta, a la vez, el gusto por la sacudida amorosa, sin esperar rescate; y una esperanza intuitiva:

      “No pretendo irme, sé que volverá a por mí, pero esta vez, para quedarse”.

      Enamorada, aporta datos del personaje masculino, visitante nocturno “lleno de misterio y pasión…” quien es un “viajero entre el tiempo y el olvido…” Aunque queda presa de lo imposible, de la contradicción sentimental: vivir solo en el amor, sin nada más que incida ni distraiga y, a su vez, la huida.
       Hechizados ambos quedan en un doble plano: él, que “…anda perdido en el bosque de sus miedos” y en el hechizo que enreda a los dos. Alegoría del misterio tras la máscara. La enamorada se siente a sí misma como “alma pura y corazón noble”, providencial.
        Arriesgar todo para conseguir todo, en vidas paralelas sueño/realidad, plagadas de indecisiones, como la espuma de la ola con sus burbujas de pasión.

Metáfora de la cultura que vive aprisionada.
      
    Las cartas se complementan, un cambio de registro, en la misma circunstancia del plano sentimental, con siete reflexiones en primera persona, a las que la autora denomina “Entre los sentimientos”.

     La protagonista pasa a ser una delicada mujer, ‘como flor de amapola’ que camina descalza en la soledad de la arena de un amor entregado sin eco, quizá el dolor: “Hoy toco el cielo, beso las estrellas”, atrapada en los recuerdos, como “el tren a ninguna parte”.

      Asunto y fondo principal de la vida y del arte: un ramillete de textos breves que sacuden el polvo de la rutina mental. La memoria es frágil, se recuerda no tanto lo que pasó, sino aquello que podemos evocar.
     La voz conversacional habita en la mente de la protagonista, corresponsal de cartas sin respuesta, en un ejercicio catártico para liberarse de la imposibilidad del amor, con la descripción del estado anímico del protagonista, que se transforma en alegoría.

«Al ponernos de pie conocemos nuestra estatura»

En “Cartas desde el fondo de mi corazón” cada página es un pedazo de alma, la de una mujer que, con plena conciencia de ello muestra transparencia amorosa aun en la extrema dificultad. 
Uno de los logros del libro es la dualidad constante; el relato de un hombre misterioso que medita y acepta sin forzar. La obra es fruto de la alquimia combinada del pensamiento y la imaginación: la elección entre vivir las pasiones o vivir el arte.

En este libro que contiene una peculiar relación protagonizada por hombre misterioso y mujer-sirena, Nadehzda Kostadinova nos conduce por la conciencia viva que se enfrenta con la vida, en la sinceridad de los recovecos de la trayectoria humana, que guía hacia el punto de llegada. 
Pertenece al modelo apegado a la realidad y al tiempo que ha tocado vivir. Tras verterlo en un guion, el texto podría representarse teatralmente, manteniendo su tono contemplativo, meditativo.

  La conclusión es que la realidad y su escenario se escriben con poesía, que dura más que la vida.

Ficha técnica

Cartas desde el fondo de mi corazón

Nadehzda Petkova Kostadinova

Ediciones Kostadinova
Murcia, 2016, 23 páginas