
Las
fantasías de alcanzar paraísos perdidos, sentirse como los héroes que se
enfrentaban a peligros inimaginables, catástrofes naturales incluidas e
historias de amor y guerra en algún continente lejano.
Algo
así como el sueño de volar. Una pasión: volar, elevarse desde el suelo con el
propio esfuerzo. Es el poder de los sueños: frente a las dificultades, lo que se quiere, se alcanza.
En el único diálogo que se entiende: el de los afectos.
Accede la luz de este día
a través de los cristales.
Llegan inaugurales trozos
aviso y presencia, verano.
Serenamente limpio
el fulgor claro
regresa a los ojos,
descubre cómo olvidar
los nombres aprendidos
en el tejido
de alfombras de matorral.
Las escasas certezas
duelen en el fuego
de las llamas del río
que deshace y arrastra
la memoria en su fatiga.
El mundo es fragmentario
y el gozo, limitado.
Dicen que las personas tristes sueñan en blanco y negro, y las felices llegan a soñar en todo color. Quizás sea cierto, no sé, pero lo que experimentamos en los sueños es increíble y a veces imposible. La experiencia de volar en sueños dicen que está relacionada con el alma, un estado superior de meditación involuntaria. Me ha gustado mucho tu reflexión,Juan. Y el poema, suponiendo que es tuyo, también.
ResponderEliminarMuchas gracias, Nadezhda. Tus palabras sobre lo imposible en los sueños aún estimula más: dependerá del momento, para soñar con los colores de la noche y del día. Y sí, el poema es mío. Tu comentario es de excelencia. Gracias
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