martes, 8 de noviembre de 2016

RAFAEL MARTÍNEZ CUADRADO, POETA, VOZ DE LUZ, DE SOMBRA Y SOLEDADES

“Si hoy es lunes, es que estamos en Zalacaín”

   
  Ciclo de recitales, lunes 7 de noviembre… comenzamos.

La Poesía, que aquí tiene templo de culto poético e insaciable apetito, recibe hoy en ofrenda el poemarioEl polvo y la ceniza, de Rafael Martínez Cuadrado.



       Le presenta Francisco Martínez,  catedrático universitario, escritor de significada inclinación cervantina, y un aval más: es hermano del escritor, Paco, quien recorre con densa brevedad, con conocimiento de la obra y en el afecto indudable hacia el hermano, quien asegura que lo importante de este momento es lo que Rafael quiera mostrar esta noche.

        El libro que en el ara del sacrificio del Café Zalacaín se ofrece, ante aficionados y entendidos, llega considerablemente avalado: obtuvo el premio ‘Ciudad de Irún’.
        Se recogen, en las páginas 82 y 83 del libro, las palabras de razón poética de Antonio Colinas, acrisolado poeta, estudioso y crítico literario, dice que el autor:
        “…en su libro no cae en ningún desliz, y en definitiva un libro bastante redondo, bastante acabado. Una de las características de esta obra es la cultura (…) que se muestra en un lenguaje preciso, sin excesos, muy puro”.

      Francisco Javier Díez de Revenga, Catedrático de la Universidad de Murcia, en La Opinión de Murcia, publicó que Rafael Martínez Cuadradoes un consumado humanista y un gran lector de poesía. Su producción tiene una sólida inspiración poética”.
     (…) “todo el volumen se halla presidido por una cohesión lírica extrema, que ya viene sugerida por el significativo título del poemario ‘El polvo y la ceniza’” (…)
   

 “Es una poesía presidida por los recuerdos, por la memoria, por la lamentación constante de lo que se ha marchado, de lo fugitivo de la existencia y de los días. La angustia que preside todo el poemario lo hace más directo, más cercano, y también más universal”.
        (...) Non omnis moriaris”, titula uno de los poemas glosando a Horacio, “no morirás del todo”. Nada morirá del todo porque para eso está la poesía”.

       …Y con esto podría quedar concluido, dicho amplio y bastante, para certificar la calidad poética del libro y para recomendarlo. Si este testimonio lo formulan, entre otros, dos reputados expertos y actores poéticos, nada puedo añadir: el trabajo serio ya está hecho.
No obstante, el trabajo de lectura tiene aún tajo donde cultivar y habrá que decir algo. Como destacar dos aspectos formales, algo más que anecdóticos. El primero es que el libro está bien editado: tapa dura —para que aguante muchas lecturas—, sobrecubierta en color; hojas de buen grosor, tipo y tamaño de letra muy legibles. Ya es un buen comienzo para acercarse al contenido de la obra.
      El otro es, como avisó Francisco Martínez en su introducción, que se trata de poemas con rima y ritmo, versos medidos, que justifican la actitud del autor que, con recia voz segura, ha desplegado una lectura entonada, trabajada, la memoria le funciona y observa al público con intencional mirada de compartir. Y lo consiguió.
     Superando la gravedad de los temas con un fino humor, aún en la emoción, con seria austeridad sentimental, Rafael ha logrado que su libro lo sea para ver y escuchar.

(Escrito en la sobrecubierta, lo cual facilita el acercamiento)

         Una primera lectura del contenido poético, muestra la inventiva verbal de Rafael Martínez, quien sorprende con inesperadas sensaciones, con aciertos expresivos destacables, en los cinco segmentos del libro:

  1ª sección.- Familia.-

      Significativas personas en ausencia: la del padre y la del joven hermano, que se internaron en el camino sin retorno,

“…pues tu amargura aún persiste
    y tu sonrisa aún presencio”.

Al hermano José dedicará dos emotivos sonetos, de los que extraemos:
“…No te despiertes. Sigue así, dormido,
    mientras brilla la luz de nuestras estrella
    anhelante del mundo prometido”.

Como también del ‘Responso’ por el padre:

Ahora que no puedes responderme
  dime, padre, si existe un paraíso
  donde podrá mi espíritu sediento
  reconquistar tu corazón herido”.

             Y la ternura hacia la madre presente:
 “Mientras lloran tus ojos me contemplo en tus lágrimas…”

Un retrato familiar de alcance universal, como nos enseña el conocido verso de Wordsworth, El niño es el padre del hombre, la infancia recreada se mueve entre dos orillas: una, el paraíso perdido. Otra, la infancia como época.

2ª sección.- El arte y el artista. Varios de sus textos nacen de la visión de creaciones artísticas ajenas.
Acrisolados en endecasílabos, los aspectos líricos del verso:

“…Si el alfarero da la forma al barro,
    el poeta le da la forma a la idea”.

         Con la herencia de lecturas intensas de autores de calidad probada: Borges, S. Freud, Alberti, L. Panero, Luis García Montero... -por nombrar a unos pocos-; con los dones del poema: dioses, musas, labor paciente y minuciosa.
          Y haber leído mucho, como ha sido su especial dedicación a la Grecia clásica:
  
Pues ha llegado, amigos, el momento
 en que alegre y sereno voy camino
 del Hades…”
(‘Testamento de Epicuro’).

3ª sección.- Erótica: amor y desamor.
Canciones empedradas de desamor, inspiradas en experiencia que niega con ímpetu: se escribe desde la perspectiva de un personaje y basado en la cotidianeidad.

Destaca el cuadro mediterráneo, ‘Marina’:

“…Vuelan gaviotas en el cielo y siento
la eternidad gozando este momento…”

En ‘Eros y Thánatos’, cuando la muerte es el camino hacia la nada eterna…
  
“…Desde mi soledad ya no hay frontera
    que separe el presente del pasado.
    Huésped de mis recuerdos yo quisiera
    evocarte en desdén enamorado.

“¿Dónde saciar mi sed sino en tus labios?
(‘Búsqueda’)

También hay que acentuar la continua presencia de la “soledad”, que resiste en la reflexiva madurez, como dificultad a la atención de la tragedia íntima. Muestra de ello:

Te doy mi soledad. Es todo lo que tengo...
…Te doy mi soledad. Dame tu aliento
(‘Invocación’)

“…Porque mi soledad te busca entre los nombres…”
(‘Palabras de amor’)

4º sección.- Toponimias.
Poemas a ciudades y lugares: Cádiz y Granada. Mediterráneo y Mar Menor.
De entre ellos, dedica un poema a su hermano Jerónimo, ‘Paseo en Cabo Roig’
“…Era un atardecer de cualquier día”.
   




        5ª sección.- Meditaciones elegíacas.

En realidad, no existe independencia entre las cinco piezas del volumen. La elegía y la soledad en la poesía.
Crónica de un tiempo de elegía, donde plasma el dolor. Difícil y conmovedora conclusión del libro.
Y lo hacemos con el poema que da título al libro, un soneto crepuscular y emotivo:

Como la luna alumbra una vereda
donde sin luz andamos al vacío
en una noche eterna. Como el frío
que hiela nuestras almas, sin que ceda

al calor nuestro aliento. Nada queda
después de caminar junto a aquel río
que llaman del olvido. Y siento mío
el dolor de los hombres, la humareda 

de dolor que ha brotado a sangre y fuego.
En pavesas se mueve mi palabra
y en cenizas mi verso se convierte.

Nadie escucha mi voz, la voz de un ciego
Pidiendo en el silencio que alguien abra
los ojos que -cerrados- ven la muerte.


         Hechos que adquieren valor de elementos simbólicos y encaminan hacia el único desenlace posible. Buena literatura, íntima, sin gestos retóricos: lirismo en voz baja. Un sentido de extraordinaria elegía que preside este poemario de vida y en la que se mezclan recuerdos, contemplación de objetos al paso del tiempo, sensaciones de extremada sutileza y paisaje envolvente de la majestuosidad del mar.

Para leer despacio. Y también en voz alta.

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por esta reseña tan elogiosa.

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  2. Muchas gracias por esta reseña tan elogiosa. Un abrazo.

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  3. No me ha parecido a mí elogiosa, Rafael, sino verídica y objetiva. Vamos, que lo que predomina no es el elogio, sino contar lo que vio -y, sobre todo, lo que oyó- aderezado con la transcripción literal de unos versos que ya se "elogian" por sí mismos: magníficos. Doy fe, tras su lectura, lo que ya sabía desde hace años: que eres un magnífico poeta que, como tal, sabes tocar todos los registros, incluído ese tan sumamente difícil del humor. ¿Para cuándo otro libro con esa temática, ahora que tan necesitados estamos de, al menos, una sonrisa? Un placer reencontrarte en el blog de Juan, y con el motivo, siempre para celebrar, de la presentación de un nuevo libro.

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