martes, 17 de enero de 2017

TALLER DE TEATRO “El JUGLARÓN”, de León Felipe. Universidad y Cultura

Experiencia escénica y convivencia
      



Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Una persona camina por este espacio mientras otra le observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral”. Peter Brook (director contemporáneo muy influyente en teatro, cine y ópera).



Servicio de Cultura 


La Universidad de Murcia (UMU), a través de su Servicio de Cultura, que coordina la profesora y dramaturga DIANA de PACO, convocó concurso de propuestas sobre aspectos y segmentos culturales.
Uno de ellos es el Teatro: la escena y la actividad dramática.
Lo solicité y lo concedieron.
Gracias sean dadas. Y las doy.
Se abrió y cerró el plazo: hay doce inscritas, ¡todas mujeres!
La primera vez, en mi historia de trabajo teatral, que me encuentro con solo ‘alumnas’.
No debe sorprender porque, en el espacio de la Cultura, —y en otros—, la MUJER, (dicho genéricamente), se interesa, acude y participa mucho más que el hombre: están las cifras estadísticas para demostrarlo.

Reconozco que me causa cierta inquietud —que envuelvo, sin disfraz, en un estado de necesaria y presente responsabilidad— por satisfacer las expectativas que, por la convocatoria, estas trece mujeres han considerado que pueden vivir una experiencia teatral distinta: ser protagonistas, vivir el teatro desde dentro, en una actividad individual y colectiva, en un proyecto donde se es protagonista.

Y ¿por qué “El Juglarón”? de León Felipe (1.884-1.968).
León Felipe es poco conocido, no goza de fama y renombre, pero opino que es un gran escritor, poeta y dramaturgo. Escritor existencial, lleno de fuerza y emoción, que gusta de un cierto descuido verbal, que todo lo fía a la pasión y a la potencia de la voz. Se ve a sí mismo como un don Quijote apaleado, como el payaso de las bofetadas: un español del éxodo y del llanto.

Y, en concreto, esta obra compuesta de 8 cuentos con dosis de humor, escenificados: sueños hilvanados por un personaje, “El Juglarón”, que presenta, explica y cierra las acciones teatrales. (Solo haremos seis cuentos; y si es extenso, reduciremos a cinco).

Es un juego escénico divertido, a la vez que reflexivo y crítico, sobre aspectos humanos sencillos y universales.
Y eso es lo que pretendo: que las 12 participantes lo pasen bien, aprendan a mirar el teatro desde otra perspectiva a través de estos textos de León Felipe.

Hay otro aspecto, en relación con esto, que deseo resaltar: han pasado nada menos que 35 años desde que un grupo de jóvenes y adolescentes, en Alcantarilla, nos implicamos en este proyecto teatral y lo sacamos adelante con la colaboración de muchas personas que, sin salir en las escenas, aportaron su entusiasta saber hacer: electricidad, sonido, iluminación, vestuario…

Y nos sentimos orgullosos del resultado. Aún permanece la dulce nostalgia.

Codirigimos la experiencia Pedro José Herrero y yo.
Y el personaje Juglarón lo interpretó excepcionalmente, de antología, Miguel Ángel Herrero, hoy profesor de Secundaria. Eran otros tiempos, de ilusión y empuje de jóvenes que mostraron gran entrega y madurez.
Todavía resuena el romance en palabras del actor Josefo (José Antº Enrique) que interpretaba al Conde Tuero.





O de Pepa Alcaraz en el papel del músico mendigo en “La Barca de Oro”, con Fernando Martínez…

Tantos otros y tantas otras que me disculparán que no les cite aquí, son muchos/as y bastante más que recuerdo: fue un momento mágico y nos unió el teatro. Nos divertimos y aprendimos a convivir en algo común.
Un tributo a aquel momento.

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Y la función debe continuar.

Ahora toca la singularidad de esta experiencia que comenzamos hoy en un aula del campus universitario de La Merced, donde trece mujeres van a conocer esta obra, la trabajarán y el 15 de marzo mostrarán sus logros en la sala teatral universitaria “Concha Lavella”.

Mi responsabilidad estriba, cuando menos, en acertar mostrarles la obra, modular su lectura y todo el trabajo, de modo que les guste y participen en todas y cada una de las sesiones hasta el final. Que se viva como placer escénico. Y celebrarlo juntos.

Es 17 de enero, a las cinco de la tarde. Comenzamos la primera sesión con Ejercicios de reconocimiento y presentación de las personas.
Lo propiciaremos con ejercicios de integración, movimiento y ocupación de espacios. Uso de materiales, lectura y expresión dramática.

En los siguientes días se irá trabajando los diferentes aspectos de la obra, —hay “deberes” para casa, pues todo no se puede hacer en las siete sesiones presenciales—, partiendo del entendimiento y “construcción” de cada personaje, que son todos importantes piezas del engranaje.
Todas deberán integrarse en el mismo proceso de construcción del personaje para que el resultado final sea global.

Una mirada a los personajes desde una persona normal, que vacila como muchas otras, se detiene, prosigue, se distrae, medita, descansa… dándole una dimensión completa y profunda a una acción aparentemente intranscendente.
Se plantea un Aprendizaje esperado: distinguir las características de diferentes personajes en la obra teatral.
Y la apreciación: Características de los personajes que integran la obra, para identificar qué vestuario se requiere para su caracterización.

Presentar el texto. Hacer el reparto de los personajes entre las participantes. Que cada quien construya su personaje, y tomen en cuenta los tres aspectos que recomendamos no olvidar: dramático, estético y técnico.
Socialización del trabajo: en grupo, comentar los resultados obtenidos en cada sesión y análisis.

Además de llevarlo preparado y contar con la entrega de las artistas, hay que llamar a la suerte y confiar en la magia de encantar a todas las participantes para el trabajo escénico.

Ojalá que de aquí a dos meses, recibáis la invitación —que os hago—para asistir a la representación.

Y una nueva y última entrada del ‘Solsticio de Invierno’ en el blog dé cuenta de lo bien que ha salido todo.


Comienza la función.

2 comentarios:

  1. ¡Que nervios y cuanta emoción! Gracias por crear estas oportunidades que nos permitan explorar, experimentar y vivir la vida un poco más intensamente.

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  2. Estás en tu elemento, Juan: teatro y docencia. Esas trece alumnas, como las trece rosas de la película, no han podido tener mejor mentor que tú para iniciarse en el mundo teatral.

    Aunque, en su caso, estas últimas tendrán, sin duda, un final feliz, cuando estrenéis, entre nervios y emoción, la obra. Que saldrá bien, estando tú por medio, y que os hará disfrutar a todos, sin duda alguna. ¿Se ha cerrado el cupo de admisión?

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