lunes, 18 de diciembre de 2017

Exposición de asistencia inexcusable: Antonio Campillo en el ayuntamiento de Murcia.


La escultura de Antonio Campillo, sonido poético de sus ideas, se extiende y renueva en el tiempo y en la mirada.

        De Antonio Campillo se ha dicho y escrito mucho, y se dirá más. Es artista presente con obra al aire libre (parque escultórico en Avda. Príncipe de Asturias, diversas maternidades y ciclistas repartidas por instituciones; así como en la fundación que lleva su nombre y exposición permanente en la casa Díaz Cassou, de Murcia. También en Ceutí –villa en la que es hijo adoptivo- se ubica su casa-museo, a la que se suma abundante obra de carácter religioso en la ermita de san Roque. Y además, con obra en el MUBAM, claro está, y hay muchos particulares que poseen piezas del maestro Campillo).
            Momento y espacio para formular, la pregunta que no se marchita: “¿qué es el Arte?”, que no tiene respuesta definitiva.
           Sin riesgo, se puede afirmar que arte es lo que acoge la exposición 'Antonio Campillo: coleccionismo de una época', en el Ayuntamiento de Murcia.

Recibe al visitante, en el exterior de La Glorieta, ‘Maternidad’ y ‘Venus en bicicleta’, obras en bronce.

    Y, cuando se accede, dispuesto en dos espacios, la muestra acoge esculturas de A. Campillo, en uno; y en el otro, obras pictóricas y escultóricas de artistas pertenecientes a dos de las Escuelas artísticas más importantes del mundo del arte: París y Madrid.

     Son los dos polos en sugestivo encuentro y cohesión, sendero por el que orientarse en esta más que recomendable visita cultural.

[Debiera escucharse una voz en off que, en intervalos de media hora, hablara del encantamiento por el que los visitantes se pueden emocionar ante una escultura o un cuadro].

          Sería otra respuesta a la pregunta planteada más arriba: el Arte existe si hay alguien que lo percibe, lo admira y se emociona. (Y lo distingue de la artesanía). Hasta que no se contempla, la magia no llega. La comunicación estalla cuando se mira una pieza artística –objeto exterior- y esa mirada, de algún modo, transforma al observador, le hace pensar, -espacio interior- y que se plantee preguntas.

       A).- Caligrafía escultórica íntima, en Antonio Campillo.
  
        Al acceder a la sala, se sienten las miradas de las mujeres escultóricas: mujer murciana "con busto firme, mirada al frente, cortando el viento", en palabras del propio A. Campillo.
   
No necesita modelar en detalle los ojos: con solo la inclinación de la cabeza y las leves pero seguras señales, el escultor logra una natural profundidad, que contiene la verdad de lo que se mira.
Las piezas de escultura se muestran en dos espacios, el religioso navideño, en el que destaca una expresiva talla como lo es la 'Sagrada familia'. Y en el otro ámbito, el de figuras mundanas, se muestran cinco piezas nuevas del maestro. (Destacan 'Mujer Cordobesa' y “Mujer sentada”).

            2.- Expresiva captación del espacio afectivo.

Las esculturas que tienen dos figuras humanas, como la “Maternidad” que nos recibe en la puerta y
como la de la mujer que enseña a caminar al niño, como la niña que lleva a coscaletas al seguramente hermano, o la de “En el agua” -que, además, es portada del folleto de la exposición-, la tensión de vida, que no es negativa, de movimiento afectivo, sonido y evolución.

      Recordar manifiestamente a las mujeres de Murcia, su tierra natal.
      Se siente en los espacios piramidales, no geométricos,  insinuados en la curvatura de los «movimientos» del cuerpo.           La atmósfera, frente a frente, de la madre y el hijo, en “Maternidad”, (en la maternidad, laten al unísono dos corazones),
        el área entre la espalda de la niña porteadora y el pecho del niño, en “A coscaletas”, el territorio entre la cabeza del niño y la madre porque está cabalmente recogido por la sensible maestría del escultor, en el modelado de “Enseñando a caminar” y las otras piezas: dominios que no pueden ser ocupados por ninguna otra cosa, pues marcan y habitan de amor cada espacio relacional. Y ahí no cabe nada más que el sentimiento y su tensión biunívoca.
     

      La vida de Antonio Campillo está marcada por el signo del viaje. Y en un doble sentido: viaje como desplazamiento físico y como descubrimiento. Su línea artística es plenamente personal, inconfundible con cualquier otra. Es como un meteoro que traza su trayectoria en el destello del tiempo.


Poética es su utilización del bronce, poética es también su obra en tres dimensiones, formas elocuentes y esenciales. Poesía de las formas, en la que suenan ecos continuos hasta el tiempo presente: la obra artística de Antonio Campillo transmite «la humanidad de fondo».
    
        Un filósofo del presente, con estilo propio en sus incontables referencias a la estética, el italiano Giorgio Agamben, habla de que el gesto es algo que no ocurre ni pasa. No es un medio hacia un fin, ni un fin en sí mismo, el gesto es un medio preciso, que emerge desde el recuerdo, se hace acontecimiento y propicia la continuidad en futuro potencial. Y así se aplica al sentido de la obra de Antonio Campillo, artista que establece relación entre la pieza escultórica y el signo y el significado.
 A la escultura se une la poesía.
      Para Campillo, es muy importante la construcción artística del espacio, aquí reside uno de los rasgos de la magia de su arte. El contenido motiva poéticamente: búsqueda de la expresión de lo íntimo, de las emociones y las ideas.

      Quien mira, en un ejercicio de meditación, busca el sentido real y metafórico de las esculturas, abraza la interpretación personal. La obra dialoga con las personas.
       Cada escultura de Antonio Campillo incita a concebir y a plasmar por escrito un poema, un relato, una historia, una breve pieza teatral, una canción. La relación creativa con las otras artes es manifiesta.
          B).- Convivencia artística: 'Dos escuelas en las colecciones murcianas: París y Madrid'.
           El arte y la poética que una amplia nómina de artistas creadores europeos, que buscaron transformar la dinámica de la experiencia artística sustentada exclusivamente en la visualidad, y aquí están, en Murcia, por vez primera, casi todos, y acompañan a Campillo.

        Panoramas de la ciudad de la Luz: La Escuela de París


Atrae, entre todas, la obra del pintor de Medina del Campo, Celso Lagar, con su obra “Entierro de Modigliani”, que capta la tristeza y el frío por la muerte de un genio que murió enfermo, en la miseria y en soledad, (como Van Gogh y otros).




2.- Escuela de Madrid


 

       
Es una exposición que aumenta los fondos de la colección permanente de la Fundación “Antonio Campillo”. Se trata de una muestra reducida, aunque de una gran exquisitez.

       Vemos aquello que hemos aprendido a ver: aunque está demostrado que lo que el ojo ve no siempre es real y la realidad no siempre es perceptible por el ojo. De la observación de la naturaleza, se pasa a la transformación de las impresiones visuales en impresiones sensoriales de otro orden.







       Hay que acudir al ayuntamiento de Murcia y, despaciosamente, contemplar y disfrutarla.

 

Ficha técnica.

 
La exposición engloba un total de 52 obras (27 esculturas y 25 cuadros) y en ella participan 33 creadores: Antonio Campillo y otros prestigiosos artistas (19 de París y 13 de Madrid)












1 comentario:

  1. Una delicia la contemplación de esas esculturas arropadas con tus palabras tan precisas y esclarecedoras, enriqueciéndolas. Los cuadros de la escuela de Madrid, interesantes en su variedad. El arte, amigo Juan, seguirá existiendo , parafraseándote, mientras personas como tú nos hagan percibir, admirar y emocionarnos con cualquiera de sus manifestaciones.

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