La escultura de Antonio Campillo, sonido poético de sus
ideas, se extiende y renueva en el tiempo y en la mirada.
De Antonio Campillo se ha dicho y escrito mucho, y se dirá
más. Es artista presente con obra al aire libre (parque escultórico en Avda. Príncipe de Asturias, diversas
maternidades y ciclistas repartidas por instituciones; así como en la fundación
que lleva su nombre y exposición permanente en la casa Díaz Cassou, de Murcia.
También en Ceutí –villa en la que es hijo adoptivo- se
ubica su casa-museo, a la que se suma abundante obra de carácter religioso en
la ermita de san Roque. Y además, con obra en el MUBAM, claro está, y hay
muchos particulares que poseen piezas del maestro Campillo).
Momento y espacio para formular, la pregunta que no se
marchita: “¿qué es el
Arte?”,
que no tiene respuesta definitiva.
Sin riesgo, se puede afirmar que arte
es lo que acoge la exposición 'Antonio
Campillo: coleccionismo de una época', en
el Ayuntamiento de Murcia.
Recibe al visitante, en el exterior de La Glorieta,
‘Maternidad’ y ‘Venus en bicicleta’, obras en bronce.
Y, cuando se accede, dispuesto en dos espacios, la muestra
acoge esculturas de A. Campillo, en uno; y en el otro, obras pictóricas y
escultóricas de artistas pertenecientes a dos de las Escuelas artísticas más
importantes del mundo del arte: París y Madrid.
Son los dos polos en sugestivo encuentro y cohesión, sendero
por el que orientarse en esta más que recomendable visita cultural.
[Debiera escucharse una voz en off que, en intervalos de
media hora, hablara del encantamiento por el que los visitantes se pueden
emocionar ante una escultura o un cuadro].
Sería otra respuesta a la pregunta planteada más arriba: el
Arte existe si hay alguien que lo percibe, lo admira y se emociona. (Y lo
distingue de la artesanía). Hasta que no se contempla, la magia no llega. La
comunicación estalla cuando se mira una pieza artística –objeto exterior- y esa
mirada, de algún modo, transforma al observador, le hace pensar, -espacio
interior- y que se plantee preguntas.
A).- Caligrafía escultórica íntima,
en Antonio Campillo.

No necesita modelar en detalle los ojos: con solo la
inclinación de la cabeza y las leves pero seguras señales, el escultor logra una
natural profundidad, que contiene la verdad de lo que se mira.
Las piezas de escultura se muestran en dos espacios, el religioso
navideño, en el que destaca una expresiva talla
como lo es la 'Sagrada familia'. Y en el otro ámbito, el de figuras mundanas, se
muestran cinco piezas nuevas del maestro. (Destacan 'Mujer Cordobesa' y “Mujer
sentada”).
2.- Expresiva
captación del espacio afectivo.
Las
esculturas que tienen dos figuras humanas, como la “Maternidad” que nos recibe
en la puerta y
como la de la mujer que enseña a caminar al niño, como la niña
que lleva a coscaletas al seguramente hermano, o la de “En el agua” -que,
además, es portada del folleto de la exposición-, la tensión de vida, que no es
negativa, de movimiento afectivo, sonido y evolución.
Se siente en los espacios
piramidales, no geométricos, insinuados en la curvatura de los «movimientos» del cuerpo. La atmósfera, frente a
frente, de la madre y el hijo, en “Maternidad”, (en la maternidad, laten al unísono dos corazones),
el área entre la espalda
de la niña porteadora y el pecho del niño, en “A coscaletas”, el territorio entre la cabeza del niño y la madre —porque está cabalmente recogido por la sensible maestría del escultor—, en el modelado de “Enseñando a caminar” y las otras piezas:
dominios que no pueden ser ocupados por ninguna otra cosa, pues marcan y
habitan de amor cada espacio relacional. Y ahí no cabe nada más que el
sentimiento y su tensión biunívoca.
La vida de Antonio
Campillo está marcada por el signo del viaje. Y en un doble
sentido: viaje como desplazamiento físico y como descubrimiento. Su línea
artística es plenamente personal, inconfundible con cualquier otra. Es como un meteoro
que traza su trayectoria en el destello del tiempo.
Poética es su
utilización del bronce, poética es
también su obra en tres dimensiones, formas
elocuentes y esenciales. Poesía de las formas, en la que suenan
ecos continuos hasta el tiempo presente: la obra artística de Antonio Campillo transmite
«la humanidad de
fondo».
Un filósofo del presente, con estilo propio en sus
incontables referencias a la estética, el italiano Giorgio
Agamben, habla de que el gesto es algo que
no ocurre ni pasa. No es un medio hacia un fin, ni un fin en sí
mismo, el gesto es un medio preciso,
que emerge desde el recuerdo, se hace acontecimiento y propicia la continuidad
en futuro potencial. Y así se aplica al sentido de la obra de Antonio Campillo,
artista que establece
relación entre la pieza escultórica y el signo y el significado.
A la escultura se une la
poesía.
Para Campillo,
es muy importante la construcción artística del espacio, aquí reside uno de los
rasgos de la magia de su arte. El contenido motiva poéticamente: búsqueda de la
expresión de lo íntimo, de las emociones y las ideas.
Quien mira, en un ejercicio de meditación, busca el sentido real y
metafórico de las esculturas, abraza la interpretación personal. La obra
dialoga con las personas.
Cada
escultura de Antonio Campillo incita a concebir y a plasmar por escrito un
poema, un relato, una historia, una breve pieza teatral, una canción. La
relación creativa con las otras artes es manifiesta.
B).- Convivencia artística: 'Dos
escuelas en las colecciones murcianas: París y Madrid'.
El arte y la poética que una amplia
nómina de artistas creadores europeos, que buscaron transformar la dinámica de la
experiencia artística sustentada exclusivamente en la visualidad, y aquí están,
en Murcia, por vez primera, casi todos, y acompañan a Campillo.
Panoramas
de la ciudad de la Luz: La Escuela de París
Atrae, entre
todas, la obra del pintor de Medina del Campo, Celso Lagar, con su obra
“Entierro de Modigliani”, que capta la tristeza y el frío por la muerte de un
genio que murió enfermo, en la miseria y en soledad, (como Van Gogh y otros).
Es una exposición que aumenta los fondos de la colección
permanente de la Fundación “Antonio Campillo”. Se trata de una muestra
reducida, aunque de una gran exquisitez.
2.- Escuela de Madrid
Vemos aquello que hemos aprendido a ver: aunque está
demostrado que lo que el ojo ve no siempre es real y la realidad no siempre es
perceptible por el ojo. De la observación de la naturaleza, se pasa a la
transformación de las impresiones visuales en impresiones sensoriales de otro
orden.
Hay que acudir al ayuntamiento de Murcia y, despaciosamente, contemplar y disfrutarla.
Ficha técnica.
La exposición engloba un total de 52 obras (27 esculturas y
25 cuadros) y en ella participan 33 creadores: Antonio Campillo y otros
prestigiosos artistas (19 de París y 13 de Madrid)
Una delicia la contemplación de esas esculturas arropadas con tus palabras tan precisas y esclarecedoras, enriqueciéndolas. Los cuadros de la escuela de Madrid, interesantes en su variedad. El arte, amigo Juan, seguirá existiendo , parafraseándote, mientras personas como tú nos hagan percibir, admirar y emocionarnos con cualquiera de sus manifestaciones.
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