sábado, 7 de noviembre de 2015

La mujer, persona, no sólo un género, también un símbolo: ¡que se acabe la violencia contra ella!

                                            [En el día de la Marcha Estatal contra las Violencias Machistas y en todos los días de todos los años].

Muerte violenta de mujeres: intolerable e injustificable.
Los juzgados reciben cada día 266 denuncias de violencia de género. La Violencia y sus resultados, ahí están: ilegítimos e inaceptables. Acciones contra ello y buscar soluciones permanentes y definitivas.
Es persistente problema: La violencia machista está lejos de solucionarse.
Las acciones de protesta, concentraciones, marchas… tienen su importancia y sentido para mantener viva y constante la información y la exigencia de respeto a la vida, y de castigo a quien lo infrinja.
Hoy, en Madrid, Marcha Estatal contra las Violencias Machistas, pancartas, fachadas y monumentos emblemáticos iluminados de morado: la Cibeles, en Madrid; la Alhambra de Granada o la coruñesa Torre de Hércules, entre muchas otras se visten con el color de la lucha.
Persiste, injustificable y vergonzosamente, que la mujer es sujeto de violencia: conflicto, acoso y hasta su muerte, enraizado en un modelo de varón macho, que sigue anclado en la fascinación por la violencia:
· ¿Cómo despojarse de esta ‘cultura’ de violencia?
· Dignidad de la mujer, por sí misma, sin dependencia del varón.
· La Humanidad necesita una solución ¡ya!, sin tener que esperar: ¿a qué?

Aún en el principio de un largo camino: acabar con la violencia contra las mujeres. Desde todos los frentes y posiciones.

Hablan las organizaciones sociales y políticas de empezar por los ayuntamientos y continuar en todas las instituciones para que cumplan su compromiso de legalidad, esfuerzo, batalla y solución.
El poder de la educación para la formación de la conciencia y mover al respeto, quizá se esté confiando esa labor sólo a las instituciones.
La labor permanente, incansable, en el seno de lo que llamamos “Familia”, “escuela”, ‘entorno próximo’, “Sociedad” ha de partir de la práctica continua de derecho y respeto: a la mujer no se le puede agredir ni violentar. Y si no se arranca y despeja la excusa de que alguien, sólo por ser varón, tiene ‘propiedad’ -?- para agredir; y que, en su lugar, se siembre la consideración y observancia de lo humano y la protección legal, el problema persistirá.

Por si valen, las palabras de “El alcalde Zalamea”.
Pedro Crespo, no sólo habla como padre, sino como representante institucional y en el pensamiento que ha de vivirse, y que el precepto ha de ser cumplido:

Habla Pedro CRESPO, alcalde, a su hijo JUAN

“En tanto que se acomoda
el señor don Lope, hijo,
ante tu prima y tu hermana,
escucha lo que te digo.
[…]
No hables mal de las mujeres;
la más humilde, te digo,
que es digna de estimación;
porque al fin de ellas nacimos.

No riñas por cualquier cosa;
que cuando en los pueblos miro
muchos, que a reñir se enseñan,
mil veces entre mí digo:
"Aquesta escuela no es
la que ha de ser".  Pues colijo
que no ha de enseñarse a un hombre
con destreza, gala y brío
a reñir, sino a por qué
ha de reñir; que yo afirmo
que, si hubiera un maestro solo
que enseñara prevenido,
no el cómo, el por qué se riña,
todos le dieran sus hijos.
[…]
JUAN: Hoy tus razones imprimo
en el corazón, adonde        
vivirán, mientras yo vivo”.
  
Habrá quienes escriban y luchen con mejores palabras y herramientas que las mías.

Aquí estamos, por la idea y práctica común de absoluto respeto a la mujer; que habite la mente y el corazón: que esté y permanezca ahí, como algo normal y consustancial.

2 comentarios:

  1. La violencia contra las mujeres es desde luego un tema muy doloroso, pero el que necesita rápida y eficaz solución. Todo apoyo es importante, da por entender que por fin estamos preocupados por la vida, aunque muchos sacan provechos a su favor en esta situación.
    Sin embargo, la raíz de la violencia está en la familia, se aprende igual que se aprende andar. Un niño capta lo que ve con toda la certeza, "entendiendo" que así se hace.
    Por otro lado los que somos testigos hemos aprendido, o nunca hemos sabido lo contrario, cerrar los ojos.
    Muy apropiado el fragmento que has incluido,Juan.

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  2. Por supuesto, la raíz de la violencia, como apunta Nadezhda, está en la familia. Pero yo, en muchas ocasiones, no puedo evitar pensar: ¿Cómo pueden estar los jueces tan ciegos? Espero que movilizaciones como la de ayer sirvan, al menos, para que tomen conciencia de esas situaciones que, a veces, terminan en muerte. Y, también, me uno al triste sarcasmo que más de uno habrá pensado alguna vez, respecto al asesino que termina suicidándose: ¿Por qué no habrá empezado por suicidarse él?

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