jueves, 30 de junio de 2016

RECITALES DE FLAUTA Y PIANO (I) CULMINA EL TRABAJO FIN DE GRADO

FLAUTA QUE SONRÍE CON EL PIANO QUE LE ACOMPAÑA: GOZAN CON EL ARROZ DE LA ESPERANZA, SE ENVUELVEN EN AROMA DE MELOCOTÓN Y MUEVEN LAS CAÑAS DEL RÍO SEGURA EN EL MALECÓN.

 
       
    Itinerario y orientación.-

   Había asistido a exposiciones de Trabajos Fin de Grado (TFG) de algunas otras especialidades académicas, pero ninguna de la singularidad que contienen las Enseñanzas Artísticas que, como todas, incluye su parte de tesis, análisis y elaboración escrita. Pero, concretamente, en Música, la ejecución práctica, el concierto, el recital/concierto es nuclear y decisivo. (Tanto es así que lo preparan y contrastan durante al menos un año).

   Los aspirantes estudian y se preparan, propician momentos de simulación de examen, hasta desembocar en lo trascendente, que es el instante en que el Tribunal constituido en el Conservatorio Superior califica la audición.

    Para flauta y piano, —y flauta y orquesta—, hay una amplísima producción de composiciones, desde hace siglos. El Barroco y el Clasicismo cuentan con bastantes autores y composiciones. El Romanticismo no consideró la flauta solista. Y todo el siglo XX ha resultado un vórtice de extensa producción. (Quien suscribe lo desconocía. Hoy, en parte, se rectifica esa carencia).
     Se recogen aquí solo impresiones ante la música articulada de flauta travesera y piano, valiéndose de intérpretes, destacadas protagonistas que finalizan los estudios superiores de Música.
        No es el objetivo hacer crítica musical, que para eso están los competentes y bien informados profesionales, si solo una actitud observadora desde la periferia, lo que es una exploración indocta —musicalmente hablando— y placenteramente aficionada.


   Dos programas distintos de Concierto, en diferente perspectiva y dedicación, donde conviven flauta y piano.

     Buscan y se esfuerzan en obtener la mejor aceptación y beneplácito ante el TFG

[El de Rocío Abril, se ha seguido en dos ocasiones anteriores al momento del Tribunal calificador. En el otro, el que interpreta y ejecuta Lorena Fernández, solo el día 30 de junio, ante el Tribunal , en la situación final].

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      El concierto de flauta de Rocío Abril ha atravesado, cuando menos, tres significativos lugares y circunstancias diferentes:

Auditorio de Calasparra.
Conservatorio de Cieza.
Conservatorio Superior, Murcia

1.- La emotiva responsabilidad de hacerlo bien en el lugar de nacimiento, —tierra del arroz y de Esperanza—, donde dio los primeros pasos organizados en la Música. Presente el público cercano: familiares, amigos y las instituciones culturales de la localidad.

2.- Visita obligada a la institución docente donde se adentró en el conocimiento, técnica e interpretación de la flauta travesera: el Conservatorio de Cieza, donde sazonó el arroz con melocotón y lo aceitó con las afamadas olivas.

Y 3.- El acto definitivo de superación de la prueba en el Conservatorio Superior de Música, crisol y plataforma musicales.

Tres momentos diferentes unidos por el programa de interpretación.
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Comenzamos con el concierto de Rocío.

PROGRAMA
· Concertino para flauta y piano op. 107.- Cécile Chaminade
· Syrinx para flauta sola.                          C. Debussy
· Concierto para flauta y orquesta.           Jacques Ibert.

Flauta: Rocío Abril   
Piano: Mónica Iniesta

     La música es ella misma más su recuerdo. Concluido el tiempo y atrás el espacio, ya la música sólo existe en la memoria. La memoria es vinculación emocional que explora la relación entre música y esferas personales.
    La música necesita que los seres humanos se escuchen, porque en cada interpretación hay un fuego interior y una pasión profunda.

    A diferencia de la mirada sobre un cuadro, que nos muestra de golpe todas las pinceladas, en la Música los sonidos nos llegan de uno en uno, aunque comparezcan juntos, simultáneos, pero distintos. El sentido musical reside en el recuerdo, en la relación entre los sonidos desgranados mediante la interpretación.
   
  Tanto en la versión singular de una pieza musical como en la complejidad que se adquiere conforme se va enriqueciendo: desde el presente los sonidos viajan al pasado vivo, y ahí residen en unidad y conjunto. Concluida cada parte, y el concierto entero, conserva el aliento, en cúmulo, y seguimos con la audición particular, lo que permite compartir coloquio específico con intérpretes y público.
     A través de diálogos intensos y de sugerencia narrativa, siguiendo el orden del programa, solista y pianista son cómplices.

     Esto podemos decir del programa, que ha brindado Rocío Abril, por el que presenta y exterioriza su trabajo de Fin de Grado.
      Flautista aventajada, de intensa formación, Rocío se inicia en su Calasparra natal, arroz y Esperanza, luego en su Conservatorio de formación, en Cieza, tierra de floración, melocotones y aceitunas. Concluye y cierra este ciclo en el Conservatorio Superior de Murcia, que es la plataforma de corte clásico para los jóvenes instrumentistas, en estos tiempos en que nadie tiene demasiada paciencia para los descubrimientos.

    Rocío ha escogido complejas piezas para flauta.
 
    La primera, un viaje de notas en cielo azul, el “Concertino”, de Cécile Chaminade, donde el viento mueve los sonidos hacia lo alto, como el vuelo una cometa que se desplaza en giros y danzas, sin alejarse, en su acuerdo con el piano. Música delicada y sugerente, bandadas de aves acariciantes en sus gorjeos que Rocío entrega a las personas que le escuchan. 


  El reto, en segundo lugar, la apuesta por la responsabilidad en la soledad creativa del escenario: Syrinx, flauta sola, de Debussy; pieza fundamental en el repertorio de un flautista. Y porque mitología grecolatina recoge los amores imposibles del feo dios Pan y la esquiva ninfa Syrinx. De esta leyenda surge el instrumento conocido como flauta de Pan.
      Esta interpretación de Debussy, versión de Syrinx para flauta sola, demuestra que la música se hace con el oído ayudado de las manos.
     Técnica depurada, pureza en el fraseo, expresividad serena: Rocío Abril deslumbra con un Debussy convincente.

      En la libertad de interpretación, Rocío ha hecho que su flauta, en escasos minutos, despliegue y transmita una muy sugerente emoción rozando la ternura. La intimidad se puede crear con los personajes concebidos como sonido. En la interpretación musical, es esencial el trabajo de nadar en las almas de los personajes y así mostrar el campo expresivo. 


        Y se llega a la sólida sección final: el Concierto, de J. Ibert.

  La pianista Mónica Iniesta conduce la colaboración con la flauta hasta el encanto interpretativo que nos hace imaginar la orquesta completa. Una clase magistral de música de cámara, para flauta y piano.
 
      Las intérpretes en este concierto se asoman al público contemporáneo y comparten el espacio sonoro y emotivo a la vez. Ambas, flauta y piano, han hecho gozar al público de Calasparra y de Cieza en, al menos, tres dimensiones: la memoria, que condensa los sonidos en los pliegues del tiempo; la armonía/color, en la que los acordes se encuentran y refunden en timbres acompasados; y la colaboración instrumental, que se manifiesta entre la realidad y el espejo: la flauta señala clave, el piano sugiere y acompasa. Escuchamos el tránsito intercomunicado: flauta en el honor y la gloria; y el piano con blasón de alcanzar los sonidos orquestales.

     Interpretación memorable la del tercer movimiento, allegro scherzando: flauta y piano simultáneos y diferenciados, comparten sus silencios y sus intervenciones en solitario. 

Tras escuchar el concierto y, sobre todo, este tercer movimiento, lo he considerado un nuevo ejemplo que ratifica mi extrañeza ante la expresión “piano acompañante”, que se emplea como dogma lingüístico. Seguramente, busca ajustarse a la realidad.
Alude al piano como una presencia menor, como elemento de compañía que presencia la acción con limitada participación. Considero y afirmo que no. Alguien con convencimiento y autoridad artística debería cambiar lo de ‘piano acompañante’ por otra expresión más justa y afortunada, ya que de manifestación artística hablamos y no mera funcionalidad.
El piano acompaña…, sí; y algo más, bastante. Sin sus referencias y señales el solista, el cantante estarían al borde del extravío.

      Podríamos imaginar que nos sentamos debajo del piano a escuchar: una experiencia increíble que todos debiéramos experimentar; el sonido, fuerte, hace vibrar el cuerpo que se llena de música. Todo cambiaría con el protagonismo de Debussy.
   Escuchar interpretaciones de obras de compositores en lugares donde son poco habituales esconde una ambición mucho más íntima y calculada, la de revitalizar la dimensión de la música por la que se percibe en sus creaciones, que a menudo pasa inadvertida.
      Ha sorprendido el efecto que las diferentes acústicas ejercen sobre las obras, al tiempo que el concierto ensancha un soplo de vida al piano aparentemente callado, participa en la creación.
   Rocío Abril, traspasando su juventud, ha mostrado ambición por las posibilidades de la flauta. Y Mónica Iniesta ha escrito otro capítulo en la búsqueda de una relación, que existe desde siempre, en la medida en que las voces y los instrumentos solistas tienen nexos profundos, como en un plano geométrico: sin el piano, se hiela la música en un edificio sin alma.

       La flauta de Rocío posee una gran capacidad para conmover, gracias a la fuerza lírica de las piezas elegidas y la abnegada labor de interpretación.
   Acompañada con la indiscutible belleza que emana de las manos de  Mónica sobre el piano, música majestuosa y elegante.

    El dueto interpretado por Rocío Abril a la flauta y Mónica Iniesta al piano, supone la unión entre dos esferas diferentes. Un dueto que seduce por su envolvente risa de arroz y descubre un melocotón sedoso, con toda la suavidad de las notas afrutadas.  

     Es una auténtica experiencia musical llena de sorprendentes contrastes. Sin duda, un momento épico y simbólico, trascendiendo lo de concierto de música, fervor entre asistentes de toda edad, familiares y amigos que, en su memoria, tras salir del auditorio, llenan de música la ciudad.




   Con ese material procesado, la flauta de Rocío Abril ha construido una dramaturgia, en un diálogo con la lúcida presencia de la pianista Mónica Iniesta.


    Es el acto que transforma la música en espacio.


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[Continuará en una 2ª parte]

      [Hasta aquí el primer TFG de Música al que se ha asistido. En breve se publicará nota del segundo. Indudablemente ha habido muchos más, pero sólo se ha asistido a estos dos, como muestra de lo que se hace en el Conservatorio Superior de Murcia y, también, de la calidad de las intérpretes].

1 comentario:

  1. Desde luego, amigo Juan, eres - salvando las distancias, por supuesto - una especie de humanista, a lo Leonardo de Vinci. Tocas absolutamente todas las teclas culturales, y nunca mejor dicho. Me pongo a leer la segunda parte, que no dudo que estará an amena e ineresante como esta primera.

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