Todos los días están
dedicados. Nos fijamos en el propio cumpleaños, en la celebración del nombre
que portamos y en otros aniversarios de personas cercanas.
Desde situaciones
preocupantes en lo vital, (como la lucha por mantener los Derechos Humanos, o
contra el Hambre o para buscar conciencia y solución a enfermedades), en cada
día del año se resalta una, -o más, que el repertorio es largo-, una idea con
esperanza, y algo de lo que alegrarse en la extensa lista de entregas anuales.
Son tantas las conmemoraciones y festividades que resulta muy difícil acudir a
todas. E interviene el incesante paso del tiempo, como la proa de una nave en
el mar desplaza el agua y abre espacio para que otra lo ocupe. Todas
importantes y, ¡ah!, todas vienen y se van.
Y así, consumido el
día, se produce una dulce nostalgia, que se guarda en el regreso.
En las llamadas “redes
sociales” y los instrumentos de nueva tecnología, se habita en la ilusión de
estar compartiendo algo en tiempo real pero sin presencia, donde todo es efímero
y necesariamente pasajero. Un torrente agitado, por sus cauces aparecen y cambian
los momentos, otra agua sustituye a la anterior.
Y, con frecuencia, es
un juego de egocentrismos y difusión de vanidades: en el que se busca y se expone destacadamente
lo propio porque, si no difundes, lo que sea, te aguarda el olvido y la cola de
la fila, en una incesante rueda que lanza a la corriente un recado y se espera
una respuesta a lo provocado; cabe también lo inesperado, sea agradable o no.
Es el estallido multitudinario de ego-ficción, una sociedad abocada hacia un
futuro de consumo.
Ante lo momentáneo y
transitorio, se contrapone la figura y el significado de la Madre.
Es compleja, en su
sencillez, concretar una definición universal de “Madre”. Ante su múltiple afán concluimos
en señalar un día al año para realzar la labor. Celebramos desde su habilidad
para templar los enfrentamientos, con el hábil uso del diálogo -el diálogo desde
la madre
exige rapidez, que hay muchas cosas que hacer-, o de soluciones más resueltas en su
viveza y claridad. Todo en la posibilidad siempre de sorpresa y de lo auténtico,
con algún grado de risa, en la saludable ausencia de egoísmo y vanidad.
Es la consistencia
de la Madre:
la calidad de lo permanente ante el supuesto éxito popular de lo pasajero en la
distancia. Utilizamos, sin medidas de longitud, la distancia para situar en el
corazón y en la memoria los acontecimientos con la Madre, con quien únicamente
vivimos el relato de nosotros mismos. Si el tiempo mide algo en el ser
humano, son sus heridas y el alivio que, sin límite, dispone la Madre.
Un país o una
ciudad quedan lejos; pero lo más lejano es la infancia, a la que no podemos
regresar, salvo en diálogo con la Madre. (Homero, poeta griego, autor de la Ilíada
y la Odisea, afirma que nada hay tan dulce como la madre y la tierra natal).
Y si hay que ‘vivir’
en tierra extraña, como son las redes sociales, la Madre, con su cualidad humana
digna de tal nombre, la generosa abnegación, nos orienta para evitar callejones
frívolos.
El biombo, del que estamos
hechos, divide en dos espacios y diferencia dos áreas: una, la madre
permanente; la otra, los territorios frágiles. La separación es artificial,
puesto que, de hecho, hay un solo espacio.
Frente al
exhibicionismo sin fondo de nuestra época, despunta la humildad, la humana
incredulidad bella y diferente de la Madre: nos gusta y nos consuela, en la que la
ficción se convierte en lo que amamos.
Regresamos a quien
lo es por alumbramiento y por voluntad.
Lo demás es
culturalmente relativo.
Todos los días lo
son de la Madre.
Hoy, también.
¡¡FELICIDADES!!
Original mirada, y desde mi punto de vista certera. Contraponer la figura materna, su ser y su estar, y la fugacidad de la conquista inmediata y de lo "exitoso".
ResponderEliminarGracias, como hija y como madre.
Buen día, Juan
Me alegra de que exista gente como tú,Juan. Sea cómo sea nuestra vida, la figura materna será lo más importante y dedicarle un sólo día sería injusto. Todo esto me lleva a la poesía de Ivan Vazov su " Mi madre"
ResponderEliminar" Tú me pariste y me diste
hasta la luz que dentro llevaste.
Tú al humano en mi creaste,
tú dos veces mu madre fuiste."
Gracias por tus palabras,Juan!