Primer día de Invierno, 21 de diciembre: ya estamos en el
solsticio.
La vida cultural en Murcia es densa y variada.(Me ha
costado decidir entre asistir al homenaje a Blas de Otero en la Universidad o
venir al Gaya, ya que coincidían en día y hora). Finalmente me he decantado por la
fidelidad de tantos años en el concierto navideño en el museo.
Concierto entre cuadros de Pedro Serna y Ramón Gaya.


Se sientan en semicírculo, para comunicarse entre ellos con un
gesto sencillo o una mirada que responde a una pauta silenciosa y ordenada.
Vigoroso comienzo con el allegro de Mozart, protagonista de
la apertura del acto musical, que continúa con el sosiego del andante, donde
llora la viola que tañe Octavio de Juan.
Y cierra este inicio de la muestra
musical con el genuino Mozart en molto allegro.
Las obras de Mozart, de estilo inconfundible, son
tremendamente renovadoras, experimentales e incluso radicales en su propuesta. Equilibrado,
con su sonoridad tan característica, con sustancia vital, como siempre. La música
nace del silencio y a él vuelve. Es fundamental ofrecer al público cómo Mozart
juega con los silencios.
El cuarteto de cuerda es antesala para realizar las
propuestas más radicales. Esto hace el trabajo del intérprete muy intenso, que
nos ha ofrecido ‘Almus’. La
motivación del intérprete es imprescindible para crear la comunicación con el
público en cualquier tipo de repertorio.
La vuelta de ‘Almus’
en instrumentación se produce con otro destacado compositor Tchaikosky, con su
estilo de alma en inquieto sosiego, se ha mostrado en una emotiva interpretación,
trascendiendo la técnica donde, sumamente difícil, violines y viola
diferenciados y acompañados marcadamente en el pizzicato del violonchelo para
llegar al solo de Manuel de Juan acompañado
por la cuerda pulsada del chelo: música para el deleite y el sentimiento, sublime.
Tchaikosky, músico de predisposición a la confesión íntima, ha brillado en la
interpretación experta del cuarteto de cuerdas. El andante cantábile tiene una
melodía que se ofrece en toda su hermosa desnudez, un movimiento encantador por
su simplicidad y clara armonización.
(Al público le ha entusiasmado).
El trabajo de los miembros del cuarteto lo conocemos
sobradamente, por lo que la sorpresa grata de esta edición del concierto ha
sido la presencia y actuación de la soprano Pepi Lloret, joven de
educada voz, brillante presente y prometedor futuro, que ha interpretado todas
las canciones y villancicos, que están recogidos en el programa.
Ha sido un buen concierto. Lo he disfrutado y lo he pasado muy
bien.
Preciosa, Juan, esta publicación expresando la vivencia del concierto :-)
ResponderEliminarEn esta ocasión, acompañas a tus palabras y a las imágenes nada menos que con el sonido y el movimiento de esos temas musicales. Una vez más, Juan, nos has transportado allí sin movernos de nuestro asiento. A ese sitio, el Gaya, tan impregnado de cultura en todas sus manifestaciones. Cómo no ibas a decidirte a ir allí, si a ti te sucede lo mismo...
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