La niebla en este lugar debe
de ser habitual. Aún así, sorprende a principio de julio, a mediodía y con
cielo despejado, que la Torre esté oculta en bruma. Resulta un inesperado
fenómeno llamativo para el visitante. Quienes vienen de otras latitudes quedamos
sorprendidos por este acontecimiento.
Y se abre paso a la
imaginación, en tierra de meigas y sabiendo cerca –a unos 100 kilómetros- del lugar
final de la Tierra, (Finisterre), se dispara la fantasía y el misterio.
¿Por qué se oculta la Torre?

La Torre de Hércules, el único faro romano —y el más antiguo del mundo—, 57 metros de altura, se construyó en el siglo I.
Con la aparición de la niebla
se convierte en un personaje misterioso en pleno día de cielo limpio y sol
resplandeciente.
Una explicación viable es la
de que el excesivo calor evapora agua marina cercana y se condensa en niebla.
Bueno, puede ser. Llegados a esta península de A Coruña, sobresalía el
fenómeno.
De entre los viajeros se
puede apreciar dos actitudes: una, la de sentirse dominado por lo que no se ve.
Y otra, de temor, por si es señal de algún presagio. Una espléndida
aproximación.
Como sea, estas excepcionales
imágenes de rotundo impacto dan para imaginar cuentos y hasta algún poemario. Una
ideación novelesca en episodios independientes, con un sentido unitario en la
Torre y en el océano, en la realidad presente de quienes, tras completar el
Camino de Santiago, continuaban la peregrinación hasta lo que se consideraba el
final de la Tierra.
No faltaría el misterio, una
historia ante la extraña niebla que abarca toda la Torre, en clave de equívoco
irónico. Escribir historias de personajes que se relacionen con el pasado, y de
otros que se implican para dar a conocer el mundo, ensanchar el escenario real
y humano, con un punto de poesía y de veracidad dentro del misterio.
Que cada quien convierta estos
episodios vitales, en una intensa peripecia reveladora, que muestre algo de la
cara oculta de la vida, en donde caben los asuntos intemporales (el amor, la
pasión, la soledad, el recuerdo, lo extraño, la cultura...).
La subida hacia la Torre avanza por un laberinto de
sorpresas.

Cuando se retira la niebla, el sol se refleja en las fachadas de la torre. La serenidad perfora el
paisaje. Por la escalera se sube y se baja, y los peldaños son huellas de una estela,
hacia adelante y hacia atrás.
La escultura de Caronte recibe en la entrada del Parque escultórico de la Torre de Hércules. Caronte está aquí porque fue el barquero que cruzó con su barca a Hércules camino del Hades (mundo de los muertos).
Sea a la subida
o sea al regreso, está ahí el barquero del Hades —territorio del más
allá de la vida y del que ya no se regresa—, encargado de llevar a las almas de
los difuntos de un lado al otro, hacia el consuelo eterno, si tenían una moneda para pagar el viaje, (por eso en la
antigua Grecia los cadáveres se enterraban con una pieza bajo la lengua).
Y quienes no podían pagar tenían que esperar
cien años a la orilla del río. Después, Caronte los llevaba sin cobrar.
¿Cómo no pensar en la visión del mundo y en los
recuerdos?
Aunque no conviene explicarlo todo.
El conocido aquí como Caronte "el
vigilante", escultura de hombre, en bronce, con exagerada obesidad, tiene
una ocupación más amable en este Parque: recibe a los visitantes y soporta que la
gente, por superstición o ritual, —¡vaya usted a saber
por qué!— (La poesía es lo que queda para dar forma al caos), le saque brillo concretamente en el seno izquierdo y en el pie
derecho. Los viajeros se miraban perplejos, con un punto de
ironía.
En esta atmósfera que expresa la niebla, refleja la incertidumbre de estos tiempos. Descubre las máscaras de la realidad. A este lado del mundo, Caronte es otra vida.
Vayamos despacio. Poesía en agua clara para los
marineros con sed.
Luego despeja y la luz tiene su sitio
dentro del tiempo, mientras sentimos la arena que pisamos.
Cuando despierto de la
ensoñación, me encuentro en el autobús con el bullicio de los viajeros.
Sí, un acierto tu descripción de esta misteriosa Torre,que evoca fantasías y misterios con su envoltura de bruma. A mí, cuando la vi, también me impactó y ahora, con tu fotografía he tenido la misma sensación de entonces. Tenebroso mundo del más allá que los griegos y latinos tuvieron muy en cuenta. Y, por supuesto, los celtas. Magia y misterio unidos en esa tierra gallega de la que tú has sabido captar su peculiar esencia.
ResponderEliminar¡Qué no dejes de escribir,Juan!
Te rebato una frase, Juan: sí se lee poesía hoy en día (por cierto, magnífica tu definición sobre la poesía y el caos). Cualquiera que leamos tus crónicas, esta última envuelta en esa bruma que rodea a la torre, estamos leyendo poesía. Libre, pero hermosa.
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