viernes, 29 de julio de 2016

FANTASÍA EN LA TORRE DE HÉRCULES EN LA NIEBLA. ABAJO AGUARDA CARONTE

     
     Como señora del esplendor junto al agua, en este día, ante el viajero la Torre de Hércules se muestra tímida y envuelta en un velo de vapor.

     La niebla en este lugar debe de ser habitual. Aún así, sorprende a principio de julio, a mediodía y con cielo despejado, que la Torre esté oculta en bruma. Resulta un inesperado fenómeno llamativo para el visitante. Quienes vienen de otras latitudes quedamos sorprendidos por este acontecimiento.

    Y se abre paso a la imaginación, en tierra de meigas y sabiendo cerca –a unos 100 kilómetros- del lugar final de la Tierra, (Finisterre), se dispara la fantasía y el misterio.

       ¿Por qué se oculta la Torre?
      Imaginamos el pasar del tiempo en el silencio, en cada sombra y en el fresco de la mañana por la larga calle empinada.

   
 La Torre de Hércules, el único faro romano —y el más antiguo del mundo—, 57 metros de altura, se construyó en el siglo I. 

     Con la aparición de la niebla se convierte en un personaje misterioso en pleno día de cielo limpio y sol resplandeciente.
    Una explicación viable es la de que el excesivo calor evapora agua marina cercana y se condensa en niebla. Bueno, puede ser. Llegados a esta península de A Coruña, sobresalía el fenómeno.

      De entre los viajeros se puede apreciar dos actitudes: una, la de sentirse dominado por lo que no se ve. Y otra, de temor, por si es señal de algún presagio. Una espléndida aproximación.

     Como sea, estas excepcionales imágenes de rotundo impacto dan para imaginar cuentos y hasta algún poemario. Una ideación novelesca en episodios independientes, con un sentido unitario en la Torre y en el océano, en la realidad presente de quienes, tras completar el Camino de Santiago, continuaban la peregrinación hasta lo que se consideraba el final de la Tierra.
     No faltaría el misterio, una historia ante la extraña niebla que abarca toda la Torre, en clave de equívoco irónico. Escribir historias de personajes que se relacionen con el pasado, y de otros que se implican para dar a conocer el mundo, ensanchar el escenario real y humano, con un punto de poesía y de veracidad dentro del misterio.
       Que cada quien convierta estos episodios vitales, en una intensa peripecia reveladora, que muestre algo de la cara oculta de la vida, en donde caben los asuntos intemporales (el amor, la pasión, la soledad, el recuerdo, lo extraño, la cultura...).

       La subida hacia la Torre avanza por un laberinto de sorpresas.
      A pesar del fuerte viento, un gaiteiro, como un juglar actual exprime su música para que la oigamos pero que suena como un tributo al momento y la Torre. En tiempos antiguos, los juglares recorrían los lugares ganándose unas monedas a cambio de la narración de ciertas historias, páginas de espuma. La poesía, en estos momentos, no sirve para para nada. Hoy en día nadie coge un libro de poesía.  




     Cuando se retira la niebla, el sol se refleja en las fachadas de la torre. La serenidad perfora el paisaje. Por la escalera se sube y se baja, y los peldaños son huellas de una estela, hacia adelante y hacia atrás.
 











La escultura de Caronte recibe en la entrada del Parque escultórico de la Torre de Hércules. Caronte está aquí porque fue el barquero que cruzó con su barca a Hércules camino del Hades (mundo de los muertos). 

Sea a la subida o sea al regreso, está ahí el barquero del Hades —territorio del más allá de la vida y del que ya no se regresa—, encargado de llevar a las almas de los difuntos de un lado al otro, hacia el consuelo eterno, si tenían una moneda para pagar el viaje, (por eso en la antigua Grecia los cadáveres se enterraban con una pieza bajo la lengua).
Y quienes no podían pagar tenían que esperar cien años a la orilla del río. Después, Caronte los llevaba sin cobrar.
       ¿Cómo no pensar en la visión del mundo y en los recuerdos?
      Aunque no conviene explicarlo todo.
     El conocido aquí como Caronte "el vigilante", escultura de hombre, en bronce, con exagerada obesidad, tiene una ocupación más amable en este Parque: recibe a los visitantes y soporta que la gente, por superstición o ritual, —¡vaya usted a saber por qué!— (La poesía es lo que queda para dar forma al caos), le saque brillo concretamente en el seno izquierdo y en el pie derecho. Los viajeros se miraban perplejos, con un punto de ironía.

    En esta atmósfera que expresa la niebla, refleja la incertidumbre de estos tiempos. Descubre las máscaras de la realidad. A este lado del mundo, Caronte es otra vida. 

 

      Vayamos despacio. Poesía en agua clara para los marineros con sed.

  



    Luego despeja y
la luz tiene su sitio dentro del tiempo, mientras sentimos la arena que pisamos.


     Cuando despierto de la ensoñación, me encuentro en el autobús con el bullicio de los viajeros.

2 comentarios:

  1. Sí, un acierto tu descripción de esta misteriosa Torre,que evoca fantasías y misterios con su envoltura de bruma. A mí, cuando la vi, también me impactó y ahora, con tu fotografía he tenido la misma sensación de entonces. Tenebroso mundo del más allá que los griegos y latinos tuvieron muy en cuenta. Y, por supuesto, los celtas. Magia y misterio unidos en esa tierra gallega de la que tú has sabido captar su peculiar esencia.
    ¡Qué no dejes de escribir,Juan!

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  2. Te rebato una frase, Juan: sí se lee poesía hoy en día (por cierto, magnífica tu definición sobre la poesía y el caos). Cualquiera que leamos tus crónicas, esta última envuelta en esa bruma que rodea a la torre, estamos leyendo poesía. Libre, pero hermosa.

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