En
tan poco tiempo, no es posible visitar los más de cincuenta destacados museos
de Nueva York, dedicados a lo más interesante y variado. Para tanto arte e
información museística hay que disponer de una larga
estancia.
Porque
los museos mejoran y contribuyen a que el visitante entienda mejor lo que
ve y su significado.
El arte en Nueva York alcanza
dimensiones muy amplias, —como
todo en esta ciudad—. Hay que hacer hueco y tiempo para
museos. Desde los de Arte, como el Metropolitano, a los de la Memoria, como es el
del 11—S, científicos como el de
Historia Natural —¡qué espina! no se visitó, está
en Central Park—, el Gugenheim, o el de
Matemáticas, de entre los muchos imprescindibles. O los de temática artística
religiosa. Y los hay, también, para quienes les guste, el de Cera o el de Sexo…
(Hay para todas las sensibilidades).
—
Muchas veces, ante una
llamada ‘obra de arte’, cuesta explicar por qué gusta, —comenta el viajero mientras recorre pasillos y salas
del museo.
—
Otras veces es que no hay
forma de entenderla. Y asoma la duda de que ‘eso’ sea arte, —avisa alguien
ante una obra moderna.
—
Unos versos, o un texto y
la partitura consiguen abrir la ventana del mundo y enseñarnos lo que hay
dentro, —indica sin recelo una joven su
opinión ante las obras—. Cuando alguien dijera algo
así:
“A la vista tenemos un
paisaje sublime del lago y de las palmeras, sonrosadas por el sol de poniente”
ya induce a observar con una mirada de descubrimiento, estímulo
de la voluntad en el entendimiento del arte, —revela la muchacha—.
En la obra, el espectador busca
entendimiento del arte, diálogo e interpretación. Búsqueda de la acción humana,
en alianza del espacio con el tiempo. No se trata de adornar con textos o
música, ni enumerar detalles innecesarios. El artista, con sus vivencias y sus
conflictos, ha transformado los materiales. Y ahora ocupa un lugar donde viven
las obras: el museo, que las difunde al gran público.
El escultor vasco Eduardo
Chillida, —conocido por sus obras en hierro y en hormigón—, señalaba dos tipos
de personas: los ingenieros y los artistas. Los ingenieros trabajan con lo que ya
existe, aplican lo que han descubierto otros. Los artistas inventan,
experimentan y descubren objetos y formas: “El problema
aparece cuando hay ingenieros que se hacen pasar por artistas”.
A
veces, frente a la obra, conviene recibir explicaciones con la palabra. Aunque a muchas personas les ocurre como el músico polaco Frédéric
Chopin, que decía que se ponía nervioso cuando oía a un pintor manifestarse sobre la
pintura, y argumentaba que él no podía “explicar” sus nocturnos. Es un detalle para
el acercamiento a la obra de arte que, por lo auténtica, se convierte en emocionante.
Esto, y más, se vive en los
Museos y en las Bibliotecas. Y si estos centros son los de Nueva York pues más
a lo grande.
Las
obras de arte hay que verlas en directo, sea en los museos, en galerías o en
exposiciones ocasionales.
Absorber
las sensaciones, a la vez que emocionarse
con las huellas artísticas, —concretamente, las de Nueva York—, necesitaría de varios meses de
estancia.
Hablaremos
del MoMA, del METROPLITAN y de la Biblioteca Pública de
Nueva York.
1.- The
Museum of Modern Art, (MoMA)
El arte contemporáneo busca sus propios
lenguajes.
Vamos serpenteando las calles
que se unen con bulliciosas plazas, iluminadas por el sol de septiembre. Son las tres de la tarde.
Enseguida llegamos al MoMA, huella evidente del arte y de
la tecnología. Tiene un eco extraordinario, en
una impresionante edificación de acero y cristal. Uno de
los museos más importantes del mundo. Es fácil imaginar el deslumbramiento que sienten los
visitantes.
Es viernes por la tarde: el
acceso es gratuito. Enormes colas para acceder y una marabunta de personas
moviéndose por escaleras y salas, cámara y móvil en mano.
Cinco pisos ofrece el Museo de Arte Moderno, que es paradigma de lo contemporáneo,
fue el primero dedicado a la modernidad.
Con valiosas obras de pintura y escultura, de cada período moderno, incluidos el cine, la fotografía, el diseño industrial, obras con movimiento y sonido, videojuegos, trabajos en papel y maquetas arquitectónicas desde finales del siglo diecinueve hasta el presente. Y las salas creativas del arte no figurativo del siglo XX.
Al ánimo del explorador le conviene una pincelada interior que oriente la mirada.
Disfrutar de una pintura
o escultura no necesita preparación; sólo hay que mirar los colores en
equilibrio, como cuando se contempla la luna o se ve volar a los pájaros o las
formas que crean las nubes.
Por ejemplo, los campos de color, de Mark Rothko.
El garabato artístico es
quizá una actividad mental en la que la pregunta no implica placer ni
necesariamente una respuesta: mirar y pensar sin mediación alguna.
Aquí tiene su domicilio permanente el cuadro Las señoritas d’Avignon, de Picasso. (Si
se quiere ver sin filtro ni foto, hay que acudir al museo).
Picasso era un genio sin
escrúpulos. A Picasso no le importó avanzar hacia la fealdad y destrozar la
realidad hasta sus últimas consecuencias... No eligió un camino fácil. Así
llegó al cubismo. Atreveos a decir que Picasso os parece horroroso, pero
entended que el arte algunas veces, si quiere avanzar, tiene que serlo.
Las pinturas de Miró son como
una puerta al más allá; otros fenómenos posibles, otros mundos y universos que
contemplar...
Andy Warhol es uno de mis
favoritos, pero también le tengo un poco de manía por todo lo que ha acarreado
su trabajo.
—
¡Ves, Dalí sí que me
gusta!
—
Claro. Pintaba cosas raras
pero figurativas, se entiende lo que es. Eso encanta.
Dalí sólo quería llevar a la realidad
el subconsciente, la libertad de los sueños, lo irracional.
Momento de asumir que hoy ya
no hay criterios más o menos objetivos y estables para determinar el valor
artístico de una obra.
Existen artistas que aparte
de hacer "cosas nuevas" también se ocupan de señalar otras
"cosas" que a ellos también les parecen arte.
El arte es crítico y comprometido. Las novedades en el arte moderno y contemporáneo. La Historia no ha acabado, continuamos en la Modernidad.
(Confieso que no me gustó el llamado arte punk ni las corrientes conocidas como arte abyecto. No pongo foto alguna).
Es un cambio de mentalidad. Participar
culturalmente con un museo significa bienestar, innovación, conocimiento,
salud, cohesión social y mucho más.
La tarde se resiste a caer del todo.
Curiosas reflexiones sobre la estética y la concepción del Arte. Y, una vez más, el lujo de ver el Moma con tus ojos y tu percepción de la belleza. Gracias. Seguiré leyendo y comentando, pero prefiero que sea así, a pequeñas dosis, para "rumiar" lo que acabo de leer y de contemplar.
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