Cruzar el océano
Atlántico.
6.000 kilómetros.
Al llegar, todo es reconocible, existe, no hay
sentimiento de extrañeza en lo que se ve; ni se es ajeno ni se siente
forastero.
Deseo de contar una historia, como la que se atreven
a narrar escritores, fotógrafos,
pintores, músicos… todos quienes captan paisajes humanos, de la naturaleza y de
lo urbano.
Hay que acertar en
el modo para hacérselo intuir a los lectores, faceta importante, para que se
sumerjan en lo grande
y comprometido.
Es Nueva York.
Escenario de muchas películas famosas y de series de
televisión. Disponemos de referencias bastantes de que Nueva York existe. Y la
reconocemos.
La ciudad global, con influencia de capital del
mundo.
Negocios, política, turismo, restaurantes, las artes…
Y la moda.
Wall Street
Louis Vuitton
Escaparates con vestidos de finas capas de seda y variaciones, que evocan
sensualidad y otorgan ligereza al cuerpo.
Y todo abierto a la imaginación,
desde el rosa pálido al fucsia intenso, y no falta el blanco y el negro. Diseños
que desprenden elegancia sosegada. Colecciones donde la elegancia está presente
junto a precios astronómicos.
Contar y cantar a Nueva York, aventurarse a
escribirla como lo haría Homero a través del héroe griego Odiseo—Ulises, que viajó durante veinte años por el Mediterráneo de la antigüedad. Si
hubiera vivido tanto tiempo en Nueva York, recientemente, tendría mucho a que aludir.

La fábula de un lugar mítico por excelencia está
construida.
— ¿Hay que conocer tantos datos para viajar a Nueva York?
Empire State building
— No, por supuesto
que no. Cada quien vive su propio viaje y lo hace según sus esperanzas y posibilidades.
— Entonces, convendrá
seguir con flexibilidad la agenda de viaje, caminar por las avenidas y abrir
los ojos a todo. ¿Es eso?
— Se llega a Nueva
York y la ciudad sale al encuentro.
No es fácil asimilar la ciudad.
(Zapatos, de van Gog; metáfora de después de caminar por New York)
La aproximación necesita
el esfuerzo que media entre el camino, la mirada y el sentido. Entender algo tan complejo,
en pocos días, sin caer en los inevitables tópicos, está en los límites de la
percepción personal y de la perspectiva del grupo con quien se comparte viaje.
Facilita mucho la organización de la ciudad por
números de avenidas y calles, un entramado parecido al tablero de ajedrez. No
hay pérdida y, en su caso, rápidamente se recupera si se produce despiste.
Y si ha habido extravío, se pregunta —porque ayudan— a
cualquiera de los múltiples agentes de policía
de la metrópoli, de ambos sexos y de diferentes etnias, en quienes forman parte
del uniforme los visibles guantes blancos y la manifiesta amabilidad.
Cordiales
con el peatón y exigentes con el conductor. Hablan español (sí, ellos dicen
“español”, no castellano) en cualquier punto geográfico de la ciudad.
Los rascacielos se sitúan en las avenidas, ruidosas
de tráfico y gente. Las calles, de construcciones sensiblemente más bajas, y de
edificios protegidos por la legislación cultural, también cuentan con menos
jaleo: los propios rascacielos les sirven de pantalla atenuante.
— En la calidad
ambiental, el ruido y el sonido son los instrumentos de medida.
Torre Crysler
Por cualquier avenida, calle o plaza nadie se
asombra de cómo se va vestido, no se vuelve la cabeza en señal de extrañeza,
menos aún de desdén o menosprecio. Hay una regla cívica no escrita en Nueva
York por la que los ciudadanos no importunan a los demás.
Los taxis amarillos,
los policías o las bolsas de basura que se amontonan en las aceras, todo forma
parte del paisaje neoyorquino.
Una actriz
famosa confesó que:
— «Me encanta vivir en
Nueva York porque, si quiero, puedo salir en pijama a la calle, acudir a cualquier restaurante y pasear por Central Park».
Times Square
Es difícil llamar la atención en New York, a pesar
de que Times Square se empeñe con sus gigantescos anuncios, y en el continuo
movimiento de bulliciosas actuaciones artísticas, de imaginativas estéticas
estimulantes, exuberantes e inauditas. Todo cabe, desde judíos ortodoxos con
banderas israelíes y cantando, grupos de hip hop, músicos y cantantes de jazz,
comparsas enmascaradas, todo lo imaginable y lo que no... Los artistas acentúan
las expresiones de su arte para llamar la atención en New York, la ciudad que
no duerme.
Como en la mitología griega, también Nueva York
contiene el contraste de lo que representan los dioses Apolo y Dionisos. Apolo
es el dios del Sol, la claridad, la música y la poesía, mientras Dionisos es el
dios del vino, el encantamiento y la saturación. Cada uno tiene sus mitos. Nueva
York parece acogerlos a todos bajo sus noches y sus rascacielos. Trabajo y
diversión.

—
Seguimos
en el uso de palabras raras, de cosas aprendidas como preparación. Habrá que conformarse.
La ciudad acoge a muchas personas y colectivos de
muy distintas creencias e ideas, tanto residentes como transeúntes y los incontables
turistas. Los idiomas de unos y de otros son más de cien.
Por eso es necesaria
la prudencia, como sabiduría práctica en libertad, para no caer en la desmesura,
porque todo en Nueva York es grande.
— Por eso es
importante compartir algo tan profundo. Es un momento importante, un punto de
inflexión.
La Libertad es el segundo asunto.
La viven y la muestran con orgullo. Con sus tres
espectaculares referentes.
1.- La bandera y el himno, (banderas izadas en los
edificios: es patrimonio de los estadounidenses).

3.- La otra señal inclusiva de Libertad, tras la destrucción de las Torres Gemelas por el
terror, es la recién construida Torre de la Libertad (Freedom Tower); [freedom = libertad, palabra de herencia inglesa].
En todo momento, indicar la impresión que transmite
cada detalle, de la sensación que se experimenta, de las huellas que permanecen,
N.Y.C. provoca una contradicción constante: es un elemento de su magnetismo.
—
Habíamos
convenido en que no hay por qué recurrir a este tipo de información. Saber
tanto no mejora el disfrute del viaje.
—
Puede
que tengas razón. Aunque es conveniente indicarlo.
— Rebotan pretenciosos,
hasta incómodos, tanto dato y observación.
— Nueva York es
exceso y desmesura, (desde el punto de vista europeo).
— Disfrutemos,
sencillamente, que la ciudad nos envuelva.
— No está de más. Vive
ahí. Nueva York es implacable.
Ineludible tópico es el sueño americano (the
American dream): partir desde abajo hasta conseguir lo más alto, la igualdad de
oportunidades y libertad que permite lograr los objetivos de vida únicamente
con el esfuerzo y la voluntad de conseguirlo. Es la base fundacional.
Actuación de artistas callejeros en Central Park
Por templar un poco tanta magnificencia, recordemos la tópica historia de aquel que compró una manzana y, en vez de comérsela, la vendió. Con lo que obtuvo de la venta compró dos manzanas y las vendió. Y al poco ya compró una caja y la vendió. Pocos días después tuvo que alquilar un espacio para seguir vendiendo. Y así, continuando progresivamente así, logró un gran negocio de venta de frutas y se hizo millonario…
Es una descripción característica del sueño, la
esperanza de encontrar la oportunidad.
Otros, como Donald Trump, —candidato republicano a la presidencia de los
USA—, se lo encontraron hecho y solo
tuvieron que heredar. Tiene su propio rascacielos en una de las avenidas
neoyorquinas.
— Se puede imaginar que, pasado un tiempo, alguien escriba una novela
sobre los años en los que Donald Trump fue presidente de Estados Unidos.
Trabajar en Nueva York. La actividad es observable a
cada hora del día o de la noche. Con una tasa de paro laboral del 2%.
Entrada al TRUMP building. Significativo: ¡piden cuidado!
— “En Nueva York, quien no trabaja es porque no quiere”, —asegura Jorge, el uruguayo que ejerció de guía en los primeros momentos del viaje.
— “En Nueva York, quien no trabaja es porque no quiere”, —asegura Jorge, el uruguayo que ejerció de guía en los primeros momentos del viaje.
Indicados quedan cuatro vértices —podrían ser más— de un figurado cuadrilátero —u otra figura geométrica— como
apoyo y ejemplo. Estos ángulos ocupan las horas de trayectos, asombro de edificios,
visitas culturales y compras.
Tomando como modelo a la Odisea, —obra de referencia de todo viaje—, no hay por qué establecer un orden cronológico.
— “Hay que inspirarse en modelos anteriores”, —decimos parafraseando a Woody Allen, en su película ‘Manhattan’.
Es una forma de probar la inmensidad de Nueva
York, y de cuánto hay que no conocemos. La posibilidad de sus secretos es
fascinante.
Memorial "John Lennon" en Straberry fields.
Memorial "John Lennon" en Straberry fields.
Se mira las fotos que hemos coleccionado y sentimos un tono, una
atmósfera que contribuye.
Si algo existe,
está en Nueva York.
Lo dicen los comerciantes de la ciudad, en la que si hay fondos
en la tarjeta de crédito, daremos con lo que buscamos. Nueva York, la capital
del mundo para muchos, es sin duda uno de los mejores destinos para ir de
tiendas en las incontables de la Quinta Avenida y las otras
vías. Tiffanys, Channel, Louis Vuitton, Bloomingdales, Macy’s, Century, NBA, Zara, Porcelanosa…
Lo interesante, sin duda, es el viaje en sí, porque
al viajero y visitante no le debilita ninguna prisa. Nueva York se ve a sí
misma como representante de un pueblo para el que nada es imposible.
Al regreso entonces es lo de:
— ¡Cuenta, cuenta…!
Pues gracias por contar. Sigue haciéndolo 😊👏
ResponderEliminar¡ Esto promete...! Todo un lujazo, NY contado a través de tus ojos. Ah, y muy de valorar las alusiones a tiendas y escaparates, oye, que no todo va a ser la Estatua de la Libertad y los rascacilos...
ResponderEliminarSeguiré leyéndote con todo interés, porque has conseguido suscitármelo. Gracias!
Y a mí que, por ser ciudad, no me atrae nada... ¡a ver si me convences!
ResponderEliminarPrecioso relato, viajero empedernido
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