(II).- Lugares de lo posible: Museo Metropolitano
2.- The Metropolitan Museum of Art,
(conocido como MET)
El METROPOLITAN es un referente absoluto.
A lo extraordinario y grande, como todo lo es en la gran urbe y en su
influencia. Las colas kilométricas para ver los museos neoyorquinos, parecen
desmentir la brecha que separa el arte oficial del público general.
Grecia y Roma, (en lo griego y lo romano, la mayoría de piezas son copias, muy fieles, pero copias de encargo).
Hay también mucho de la larga época precolombina, arte africano,
asiático…
Piezas de la época medieval
en Europa, de moda, de fotografía y de arte contemporáneo. Para todos los
gustos. 5000 años de historia y dos millones de obras de arte: museo de arte universal.
Se necesitan varias visitas para ver
su contenido al completo. La cuestión del museo más allá de su espacio físico… El
MET, es uno
de los edificios más representativos de Nueva York.
Difícil la elección de imágenes y el riesgo de poner demasiadas.
Es
el prestigio como aura y valor, el glamour, sin convertirlos en valores
rutinarios.
— ¿Qué significa el arte?
Es la manifestación de los
espíritus libres, interacción sin límites y la plasticidad de los objetos, destaca
todo.
— ¿Y qué podemos aprender del museo?
La forma de mostrar es lo que cuenta,
el fondo y la forma, que abren horizontes. Es evidente que la educación en
el arte es necesaria.
Monumentos españoles fueron
desmontados piedra a piedra, pieza a pieza y vendidos a Estados Unidos.
La reja de Valladolid.
El museo, organizado en
inmensos espacios, entre otros acoge a:
·
Piano de teclas de carey y nácar.
Destaca, de entre lo numeroso y lo variado del continente, las aportaciones del impresionismo al mundo del arte, con salas donde se exponen obras de pictóricas y escultóricas del siglo XIX y XX,
cuadros de Van Gogh,
Matisse, Monet, Manet, Renoir, Degas, Cezànne…,
con obras que salen del interior de los artistas y en ellos recogen la psicología del personaje.
Una institución artística,
más allá del modelo tradicional de visita guiada, abre vías mucho más
experimentales y con un público potencial: los adolescentes, que tienen inquietudes culturales distintas
y renovadoras que hay que entender y aceptar. Son los grandes ausentes en los museos. Juventud significa intensa
curiosidad, mirada abierta, comunicación y para quien el arte tiene más
las propiedades del aire libre que las de un lugar resguardado, no es una dedicación
sedentaria.
Una
joven alumna de arte, de manera
espontánea y con cierto candor, manifiesta que se siente excluida de aquel
mundo:
— La
vida, las cosas que interesan, no están en estos espacios y se buscan
en otros lugares,
—decía en expresión de un malestar, un
sentimiento de extrañeza ante aquello que representa el museo.
— El
gran público hace colas para entrar, los abarrota como si se tratara de un
lugar de culto.
A
veces
el público llega a percibir el significado de los museos como algo del pasado, que
ya no tiene nada que decir.
— Modo
reverencial que impide contemplar realmente lo que tiene delante de sus ojos, —continúa la estudiante.
El problema no es de contenidos, los que hay son muy
buenos. La cuestión primordial es cómo hacerlos llegar a un mundo que está en
plena evolución, y que recibe cantidad de estímulos diferentes.
El
filósofo francés Michel Foucault especificaba que los museos, como las
bibliotecas, son lugares de privilegio de la modernidad. La idea de acumular el tiempo de forma indefinida,
en donde encerrar todos los tiempos, todas las épocas, todas las formas, todos
los gustos. Un museo funciona porque el hombre moderno aspira a su definición:
el hombre elevado a divinidad de sí mismo.
En el METROPOLITAN hay una
inmensa, casi increíble colección de pintura y escultura.
El cuadro de Monet, Impresión del sol naciente
(1872), dio origen al término Impresionismo. Lo
que vemos en el Metropolitan corresponde
a la etapa más radicalmente impresionista
A Renoir, pintor francés del Impresionismo,
le costó muy caro, que dijeran de él que sus cuadros son bellos. Tuvo y perduran críticas
vehementes. Hay entendidos en arte que consideran que mirar sus cuadros es como si
contempláramos almíbar.
Degas y sus bailarinas
Como también sucede con los
de Van Gogh, son cuadros que diríamos que casi
se puedan tocar con la vista.
Monet, Manet, Gauguin,
Van Gog, Cézanne (que ya por aquellos años pintaba paisajes obsesivamente), …
Picasso…
La experiencia de visitar un museo es absolutamente
auténtica y genuina. A veces sorprende ver a visitantes, sobre todo de Estados
Unidos, que se preguntan si de verdad están delante del cuadro auténtico. Su
experiencia de lo histórico y de las grandes obras de arte está tan influida
por el mundo virtual, que les cuesta creer que están ante un picasso o un van gogh verdaderos.
Los conocimientos son
necesarios, pero no imprescindibles. El arte es una búsqueda sin fin, y las
herramientas son: la creatividad, la sensibilidad y la intuición.
Recomendar una vía alternativa: un
recorrido no convencional, en el que se incluye no sólo las colecciones, sino
la guardarropía, los aseos, la tienda del museo, las cafeterías...
Los museos famosos, como las grandes exposiciones,
en cuanto fenómeno cultural son instrumentos muy poderosos. Tienen una enorme
capacidad de convocatoria, atraen a los medios, atraen a la financiación
privada…
En el Museo Metropolitano, aun con
precios sugeridos, la entrada puede ser libre. Si así se decide. Nadie objetará.
¿Qué
cuesta acceder?
Entre
los 30 dólares hasta la gratuidad: tú eliges.
Es una realidad, aunque
parezca anecdótica.
(Pagué doce dólares, porque así lo
entendió la chica que me atendió).
Se hizo tarde. Comida en una
de las cafeterías del Museo.
(Reproduzco factura.)
Nueva York es bastante cara en cualquier aspecto comercial.
Destacar
que un tercio de cerveza: ¡9 dólares!
(62 dólares por una comida que, en Murcia, costaría menos de 20)
Bien. El arte, impregnándolo todo, y lo cotidiano, en esa alusión final a los disparatados precios de la comida. Y tu concepción teatral, que también lo embarga todo, con esas breves acotaciones dialogadas con las que salpicas tu crónica, para darle más amenidad y, sobre todo, para dar voz y perspectiva a esa inquietud que cualquiera de lo que leemos podríamos querer tener en algún momento de su lectura.
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