miércoles, 12 de octubre de 2016

NUEVA YORK: HAN PASADO QUINCE AÑOS TRAS EL 11 SEPTIEMBRE 2001

[II] 
   
Punto Cero”: El vacío como presencia. 

     
23 de septiembre, viernes. La mañana amaneció luminosa.
Para comprender la tierra bañada por el mar y los ríos, una visita previa y panorámica, en autobús.

(La ciudad de los cinco condados o boroughs: Bronx, Brooklyn, Manhattan, Queens, y Staten Island).

     —      Datos de mapas y nombres raros.

    —      Pierde cuidado. Solo es mirar el dinamismo de las calles y de su gente: la riqueza, las etnias de la ciudad, la belleza, la pobreza...


        El viajero, aprendiz de narrador, imita a OdiseoUlises, de camino a la Ithaca americana en el centro del estado de Nueva York, cuenta detalles.

      Ítaca sigue siendo el lugar mítico de Grecia, —señala un caminante.

      Ahora corresponde hablar de Nueva York, suceden las cosas y trascienden a todo el mundo. La Grecia antigua es el modelo.

      ¿Qué contarás, viajero de la palabra? —pregunta sin impertinencia un observador.

      Ni una historia ni una fábula. Solo la mirada a un universo que se completa a medida que avanza el tiempo. Nueva York, la ciudad de las vibraciones, renace como el Ave Fénix.

             Por el Bronx no estaba previsto pasar. Y no pasamos.

        Sí por Harlem, barrio redimido de una pobreza endémica que acredita una floreciente economía y estabilidad social desde hace treinta años: ya no es el barrio inseguro de las noticias y las películas. 



Y situar Chelsea, donde hubo el atentado reciente, explosión de un contenedor con bastantes heridos, días antes de llegar. Políticamente es un barrio de simpatía por el partido demócrata; el presidente Bill Clinton, en vez de ubicarla en Manhattan, puso la oficina electoral y de asuntos políticos en Chelsea.

La mayor parte de galerías de arte están en Chelsea.



En el recorrido emerge el museo Gugenheim, la galería y la colección que dieron entidad al arte del siglo XX, y que veremos en una nueva visita a Nueva York. 


Parada en la Cathedral de san Juan el Divino, la catedral anglicana más grande del mundo, conocida como ‘la interminable’. Porque sigue inacabada.

Y un devaneo breve por Central Park, que queda cerca.

Nueva York también es la cuna de muchos movimientos culturales.

     
 Greenwich Village en el bajo Manhattan, es la "capital bohemia" de la ciudad donde los sueños esperan convertirse en realidad. Nada me parecía más apetecible que sentarme a escribir en una cafetería del Greenwich Village.
  
El Soho se convirtió en foco artístico. Y los artistas han ocupado el barrio de moda, Brooklyn. Sólo unos pocos buscaron su espacio en la que ahora es la zona más cara de Manhattan, pese a llamarse “cero”.

      Nombrada: hemos llegado a la “zona cero”, la del 11-S, que reclama una forma distinta de mirar. Nueva York lo tiene muy presente.

      Fue el peor día de mi vida, no recuerdo otro igual ni de lejos, —asegura el uruguayo Jorge, el guía de los primeros días. 

      
      El 11 de septiembre de 2001, a las 8.46 horas de la mañana, en aquel momento supimos que se había acabado el siglo XX.


     
 Uno no debiera presentarse aquí como turista o curioso, en el riesgo —si es que no es ya una realidad— de que el lugar sea un punto turístico más. Es la observación de la primera huella histórica del siglo XXI, en actitud de respeto. Más acá del lamento y la resignación es un altar para las víctimas. Promesa de esperanza futura.

Nada se apague,
respire la memoria
sin olvido.
Incluidas las palabras,
permanezca el tiempo
y la vida continúe.

     Quizá se necesite una pregunta para comenzar y no se halle. En el sitio y entre tantas personas no se es capaz de hablar de sí mismo.

     Dolor existencial común: vienen, permanecen un rato y se retiran estremecidos y silenciosos. Es difícil poner voz a las impresiones, a las emociones que se desatan en el mundo oscuro donde tiene importancia hasta lo más insignificante.

    ¿Por qué? 

     Estábamos impacientes por explorar el lugar donde ninguno había estado. El sol matinal pegaba fuerte
  
En el encuentro
con el hueco nacido
de la nada silenciosa.
Náufragos en la soledad
del pensamiento,
solo el agua para nombrar.
Contigo esta ciudad
camina a donde tú vayas.

  
 Recuerda a los trágicos instantes que aquí se dieron el agua sonora y continua y atenúa los ruidos del tráfico cercano. Un mundo que es otro desde que los aviones pilotados por suicidas fundamentalistas se incrustaran en el corazón mismo de Occidente. Una caldera de sentimientos, motivaciones y deseos.

 

Podría escribirse una carta a Nueva York, que sería de amor triste y llena de nostalgia de una ciudad herida por el caos, el horror y la muerte. La urbe jamás volverá ser la misma.

 

     En el eco del 11-S suenan bomberos, policías, trabajadores, artistas, fotógrafos y vecinos del WTC: trabajaron juntos. La ciudad ha recuperado su dinamismo, aunque se camina con la sensación de una pérdida de algo que supone un cambio irrevocable. Es una forma de decir que jamás habrá olvido.

 

Otra Nueva York ha nacido y se despliega mirando al futuro.


       De lo íntimo a lo público, todo está relacionado. La influencia de los lugares en la mente y el corazón. En el lugar fluyen símbolos de homenaje a los que desaparecieron y a la ciudad:

      1.- Los huecos donde estuvieron las torres destruidas,


  2.- El edificio más emblemático del complejo, lo más alto, la torre de la Libertad, para superar el miedo. Nueva York relaciona la idea de ciudadanía con la afirmación de un ideal de libertad que excluye la persecución de las minorías, compatible con el orden público y la seguridad.

      Curiosidad visual, ilusión óptica provocada por el diseño del arquitecto. Al elevar la mirada por la fachada de la Torre de la Libertad, cambia de rectangular a triangular: el edificio, visualmente, se ha convertido en pirámide en espejismo místico. Pero sigue siendo cuadrangular (una "caja de zapatos", vaya).

    






De lejos, se ve así: 






     y 3.- La terminal de transportes, la ‘Paloma’, diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava, llamando a la paz, es, además un monumento y un museo en memoria de la tragedia, ha sido. 


       Las alas de esa cubierta se alzan como si fuera un pájaro dispuesto a volar y dejar pasar la luz, incluso hasta 18 metros de profundidad, donde están los andenes de la estación y el espacio para locales comerciales.



(Interior de la "paloma")
       Calatrava indicó que la idea de dejar pasar la luz hasta lo más profundo era un símbolo de renacimiento y de la renovación de la ciudad tras los atentados.


    Da la impresión de que escribir sobre el 11-S podría ser increíblemente desalentador. Porque es difícil captar el mundo interior de la gente en su día a día y en sus pensamientos hasta los más insignificantes, fundiendo pasado y presente.
Hay quien cierra los ojos en medio del intenso calor, y alguien reza una pequeña plegaria.

  
      Nueva York, que es para deambular por sus calles, cambia el curso de la vida. No puede haber despedida, pues la ciudad encierra las aspiraciones que rodean el resplandor de los sueños, veteado de sombras de un azul imposible.
  
    El comentario ha fluido con cierta compostura. Una crónica elaborada con palabras graves.

    Había que decirlo. Aunque supusiera aspereza.

Nota.- Aguardan momentos de agradable tránsito en la ciudad de los rascacielos.
             Habrá oportunidad

2 comentarios:

  1. Me parece genial el título de tu segunda crónica: El vacío como presencia. Y me gustan tus miradas a la ciudad, porque así se asientan las mías.
    Por favor...sigue contando.

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  2. Me ha trasmitido tu crónica una sensación de inmediatez, de familiaridad... Cómo decirlo ( no soy tú escribiendo, caramba). El que alguien cercano y querido como tú haya estado en un sitio así, y nos lo cuente de esa forma, me hace, de algún modo, estar allí. Es, siempre, ese poema de Pedro Salinas de "Qué alegría vivir sintiéndose vivido... / porque alguien ve el mundo con tus ojos" ( cito de memoria, perdón por las licencias). Y tú me lo has contado con los tuyos, amigo Juan, y me gusta cómo lo haces, porque me haces verlo a mí también. Como siempre, gracias.

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